jueves, 6 de enero de 2011

Una, Grande y Libre de Humo

Si la estupidez estuviera en la etiología del cáncer, habríamos
enterrado a la parte de nuestra clase política tan libre de humos
como de neuronas. 
Terracitas en enero, es lo que veo, y desgraciadamente no estoy en unas paradisíacas vacaciones en otros hemisferios en los que, en estas fechas, es pleno verano. Las terracitas en enero han surgido en nuestra España a raíz de la entrada en vigor de la nueva Ley antitabaco, alumbrada en la poco sutil dictadura hipócrita de lo políticamente correcto y socialmente aceptable, de la cual supongo que el lema será "Una, Grande, y Libre de Humo". Y han surgido porque muchos fumadores, creo que un criterio irreprochable, han decidido pasarse los consejos ministeriales por el forro de los bemoles, y, acatando la Ley, no les queda más remedio que fumar en gregarios corros a las puertas de los bares y hosterías. Y ya se sabe: "reunión de pastores, oveja muerta", a algún miembro o miembra del Gobierno le deben estar pitando los oídos estos días sobremanera. Yo, por mi parte, fumador como he venido siendo de a paquete diario, como mínimo, me he planteado fríamente el asunto, y he decidido dejar de fumar. No es que me pliegue a la prohibición y deseos del Gobierno, cuya Ley me parece excesiva, invasora del aura privada de libertad de los ciudadanos e hipócrita (fumar en los bares, ni por asomo, pero vender tabaco, sí, eso sí, caray, a ver si no cómo hacen caja en Hacienda). Lo mío es por joder, y me explico: más de la mitad de lo que pagamos por un paquete de tabaco los españoles son impuestos (impuesto especial sobre las labores del tabaco). Recientemente el Gobierno ha decidido contrarrestar los efectos de una medida adoptada de beneficios fiscales a las PYMES y el coste de la creación de los orientadores laborales para sustituir el subsidio de los 426 € a parados de larga duración -no sé, conociendo no sólo por Larra el eficiente funcionamiento de la función pública, valga la redundancia, qué nos saldrá más rentable-, con una subida del 24 % en el impuesto que grava el tabaco. Bien, pues yo por ahí no paso, que por mi parte les va a salir rana, que hurguen -como diría el humorista José Mota caracterizado de Rubalcaba- por otro lado. Me sienta como una bofetada el que se metan en parcelas de mi vida privada, como lo es que me digan que con mi caña de todos los días no puedo fumarme mi Camel como lo vengo haciendo desde ya no recuerdo los años... y encima les voy a pagar yo de mi bolsillo sus medidas económicas antricrisis, algunas de ellas calificables de ideas de bombero retirado (desde luego, si Elenita Salgado, con todo lo socialista que se etiquete, ha leído a Keynes, lo disimula a la perfección). Como haya muchos como el menda, que aprovechen la coyuntura para dejar el vicio del tabaco, van a aplaudir con las orejas la genial idea orquestada por la Pajín, cuando no acaben de llegar los millones que esperaban embolsarse con la subida del impuesto indirecto. Aunque supongo que ya nos apretarán por otro lado que más duela, y sin más vaselina que la pandémica ignorancia del ciudadano medio, que se cala la boina para evitar que emigren las neuronas, hartas de desempleo crónico. Las correspondientes a los miembros de la oposición del PP ya han debido volar -hace mucho, me temo- porque anda que no les ponen en bandeja masacrarlos políticamente, pero ya dice el refranero que "donde no hay mata, no hay patata". A las pruebas me remito, Señoría. 
En cuanto a cumplirse la Ley, pese a ser esto España, donde no hay costumbre alguna de cumplir normativas (no es mucho más lo que se merece el ordenamiento jurídico disperso, hipertrofiado e incongruente que sufrimos), en mi opinión, y en lo que pude ver ayer noche en Palencia, que es donde les tocó soportarme esta vez, la Ley está siendo acatada. Salvo un par de bares recalcitrantes que no han pasado por el aro y que han salido en el telediario por ello, lo cual les ha venido de maravilla a los inspectores para pasar la cesta por allí y de paso salir en la tele, la mayor noticia que ha generado la nueva Ley es muestra de la estupidez del periodismo nacional -salvo honrosas excepciones- que ha difundido casi a cañonazos un tweet crítico con la Ley de mi admirado Arturo Pérez-Reverte, del siguiente tenor: "Por cierto: Anna Frank fumaba. La delató un vecino a la Gestapo cuando bajó a fumar al bar". Bendita ignorancia de quienes alimentan nuestros media, que no han oído hablar ni por asomo del tropo llamado hipérbole. Yo me leí la presunta "noticia" en El Norte de Castilla, y casi me caigo de espaldas de la risa, que ya es reírse por no llorar, se lo juro por el propio Arturo. Y el diario meseteño no fue el único, menuda orquesta de difusión se montó. Eso sí, nadie se ha percatado de que no es Anna, sino Anne, y que en España es conocida por Ana Frank, pero nunca por Anna; a buena parte vamos. 
Supongo que en unos días lo que será noticia será la epidemia de catarros que habrá generado el hacer fumar a la vasca a la puerta de los locales. Ver si no va a aumentar al final el gasto sanitario con la Ley, que en este país de la pandereta sabemos mucho de normas que producen el efecto contrario al preconizado en sus exposiciones de motivos. 

No faltaría ironía, si el fumador en vez de morir de cáncer, gracias a la Ley, muriese de pneumonía. 

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