domingo, 27 de febrero de 2011

Ministerio de Chorradas

Interiorizando la idea de ahorro energético propuesta por
el Gobierno. 
Con el peso que están adquiriendo las chorradas, memeces y gilipolleces en el Gobierno que sufrimos, creo que no estaría de más que se crease un Ministerio de Chorradas, más que nada por canalizar todo el caos de propuestas estúpidas e imbecilidades que nos están regalando casi a diario. 
La última es el no va más del ahorro, vamos que ni la campaña más agresiva del Media Market, que cuidado con los paralelismos, porque estos nos quieren hacer tontos a todos. Proponen reducir -sólo temporalmente, que nadie se alarme más de lo necesario por la gilipollez- a 110 km/h. la velocidad a la que está permitido circular por las autovías para ahorrar. Y tan anchos se quedan. Yo propongo que cuelguen del chopo más alto al lumbreras que ha alumbrado la medida, pero seguro que, aún siendo de mayor interés y trascendencia pública, y mucho más barata la puesta en práctica de la medida (la soga y el chopo los pongo yo, Todo Por la Patria), creo que no la van a secundar, por si cunde el ejemplo. Y es que el oro negro, para variar, ha subido -máxime desde que el Coronel Gadafi no tiene quién le escriba-, sí, pero lo que no se puede hacer en tiempos de crisis es tomar medidas que fomenten una reducción del consumo, que, al fin y a la postre es la fuerza que mueve -o mejor, movía en otros tiempos- nuestra economía. Por no hablar de la reducción que experimentaría la recaudación del impuesto especial sobre hidrocarburos. Claro que, podrían ponerle solución al tema -del impuesto, digo, que lo otro está mucho más jodido-, que no está el déficit para tonterías -aunque de esto seguiría ocupándose el Ministerio de Economía, algo tendrá que decir sobre ello el de Chorradas- si se hubiera o hubiese tomado la medida con meros fines recaudatorios. Muy subjuntivo todo, sospecho. Por lo pronto y según leía en la prensa la chorrada nos va a costar a los bolsillos de todos los españoles unos 250.000 Euros en pegatinas para cubrir los estandartes del derroche, esas señales de a 120 km/h. Alejémonos más de Europa, por qué no, lo hacemos engrosando las cifras de parados, el déficit, los datos negativos de nuestra economía en general y, claro que sí, también reduciendo el límite de velocidad en autopistas, que cuenta la leyenda que, allá por Centroeuropa, donde Lutero clavaba proclamas, son tan chachis las autopistas, tan seguras y bien hechas, que no se molestan ni en poner límite de velocidad -se lo juro por Thor, por Odín y por Favor, muy nórdicos los tres-. Esto en el país del parche en el bache, no deja de ser utópico a fecha de hoy y creo que la maldición afecta como poco a diez de nuestras generaciones venideras (ello si el Gobierno no nos prohíbe reproducirnos, para ahorrar en biberones o reducir el impacto ambiental de los pañales, que si eso, ya nos joden ellos, para qué hacerlo entre nosotros).
Y visto desde una perspectiva económica, pero de esa economía de andar por casa, no de altos vuelos -que el queroseno también ha subido- de toda la vida de Dios, si reduces el consumo introduciendo una distorsión en el mercado forzando una reducción de la demanda, lo mismo lo que hacen en las gasolineras es aumentar los precios para no reducir beneficios en un bien con una demanda tan inelástica (y no quería dar ideas). 
Alla por los 70 en lo que fue la Crisis del Petróleo Nixon bajó los límites de velocidad en los EE. UU. a 55 millas por hora y en España, por primera vez en la historia en 1974 se puso coto a la velocidad en las autovías, anoten la cifra: 130 km/h. Posteriormente se redujo a 100 km/h. y en 1981 se quedó en los 120 km/h. que conocemos. Por aquellas épocas y a poco que consideremos el consumo atroz que tenían los motores, se puede entender que una medida del estilo tuviera una repercusión notable en el ahorro, en la balanza comercial del Estado y, por ende, en la salud del Caudillo. A día de hoy las cosas han mejorado, por haber enterrado al Caudillo y porque los coches tienen un consumo mucho más eficiente. Es raro que no se hayan dado cuenta los ahorradores ministros que, además de cuenta naranja en ING como manda Matías, tienen coches oficiales que son verdaderos pepinos con ruedas, que digo yo si no podríamos empezar recortando por ahí, y por los viajes que Zapatero se pega quemando queroseno en un Falcon de las Fuerzas Aéreas, cual si necesitase un Air Force One, habiendo puesto, según presumen (ANUNCIADO EN TV), AVE a casi toda España, nacionalidades y regiones histórico artísticas de la muerte incluidas. Vamos que para ir a inaugurar un pelotazo urbanístico con mitin incluido en Villaperros de la Rábida no hacen falta semejantes alforjas. Digo yo, pero como lo digo yo y no lo dicen ellos, no me hagan ni caso. Estas cosas en la gasolinera de "Lleno por Favor" no pasaban. 

jueves, 17 de febrero de 2011

Abuso de austeridad

Fracaso absoluto, vaya, que ni que lo hubieran promovido 
como un reto de "El Hormiguero" de Pablo Motos y Tabletas.
Nos hemos debido de volver todos gilipollas. Y yo, el primero, pero por otras cuestiones diferentes a las que expondré a continuación. Se proponía estos últimos meses desde las redes sociales el hacer un apagón, todos a una, como en Fuenteovejuna, ayer a eso de las diez de la noche y con viento de levante, para castigar al lado oscuro de la fuerza que, paradójicamente son quienes nos venden la luz al peso, real o estimado, que el Gobierno les da para ello luz verde. El fondo de la cuestión se comprende y comparte, nos han subido el recibo de la luz a todos, y a ninguno nos gusta que nos toquen los bolsillos si no es para meternos mano, ni siquiera para iluminarnos. Y ni yo ni nadie se cree que todo responda a la subida internacional de los precios del mercado energético, seguro que en parte justifica una subida, pero dudo mucho que en el país de la pandereta y del aprovecharse de la masa mientras esta pasta y rumia, se justifique totalmente en el cien por cien (vamos que una parte seguro que va directa a beneficios y a engrosar barrigas bien alimentadas, aunque se pinte de necesidad acuciante empujada por los mercados internacionales, que, como no tienen cara, no son linchables por una leva de masas). Hasta ahí bien, de acuerdo. Pero ¿alguien se ha parado a pensar la utilidad de semejante medida?, porque que sepa yo, no hemos amanecido con terribles portadas -en este país la prensa es de cañonazos con metralla- como"Caída en bolsa de las eléctricas por el apagón popular de ayer", "Crash energético provocado por iniciativa ciudadana", "Castigo a las eléctricas"... Nada. Análisis en bolsa de la repercusión de la medida: Endesa sube un 0,11; Gas Natural un 1,11; Enagás un 1,31; Iberdrola un 0,42; Iberdrola Renovables un 1,99; Red Eléctrica baja un 0,36 -a ver si sólo han pagado estos un poquito el pato-. Vamos que si alguna repercusión ha tenido sobre empresas energéticas, ha sido de lo más positiva para las eléctricas. 
No soy Ingeniero Industrial, pero por lo poco que me pinta el sentido común, me da que si muchas personas apagan a la vez todos sus aparatos eléctricos, puede que haya una bajada en el consumo global durante esos cinco minutos que preconizaba la medida, hasta ahí, bien, pero ¿qué pasará cuando a los cinco minutos vuelvan a poner en marcha toda la aparamenta eléctrica del hogar a la vez? Inevitablemente provocaran un pico al alza en el consumo, seguramente cubriendo con creces con su coste el ahorro y agujero que supusieron los cinco minutos de austeridad lumínica y electrónica. Todos sabemos que en la mayoría de los aparatos el mayor consumo se produce cuando los encendemos. Y ni que decir tiene que si las grandes consumidoras cual son las empresas y Administraciones Públicas no se suman -algún Ayuntamiento lo hizo, cabe suponer que para tocar los bemoles al Gobierno- de poco vale el esfuerzo, sin contar con los inconstantes y desertores que le dan al "asistiré" y luego no se ponen el traje de monaguillos y se olvidan o pasan del tema.  Menudo favor le hemos hecho al lado oscuro de la fuerza mis pequeños padawans. Luck, me cago en tu padre. 
Al margen de esto, y de las invitaciones que he recibido a través del Facebook ('libro de caras' más o menos duras a la hora de promover cosas que ni me van, ni me vienen, o que van a la contra de los intereses incluso de quienes las promueven), la más ferviente para que me uniese a la causa contra el Imperio de las Eléctricas, Santiago y Cierra ¡España!, junto con el resto de la infantería de pulsadores de interruptores, fue la que recibí personalmente de un amigo al que posteriormente prácticamente le corte el traje que ya he vertido en las líneas anteriores, y que espero conservar cuando se identifique tras leer estas líneas. Sin rubor me invitaba a unirme al apagón mientras, con la calefacción encendida -que paga por comodidad de que le sodomice una sola compañía, a Iberdrola sección gas- ventilaba un par de habitaciones de la casa, en la que, simplemente mirando alrededor se comprobaba que ni una sola de las bombillas era de bajo consumo, y ya tener un radiador eléctrico en una casa en que la calefacción de gas va de maravilla... Vamos un claro abuso de austeridad el que se me pretendía imponer, y no en nombre de causas perrofláuticas como el cambio climático; la emisión de gases de efecto invernadero, lacrimoso, o los pedos de toda la vida que metano no les falta; el cuidado del medio ambiente -no especificando en qué mitad- ni nada por el estilo, la justificación era muy superior, respetable y universalmente compartida: la pela. Y eso es previsión, cuando el aire ya sea irrespirable gracias a nuestro desmesurado consumo de recursos energéticos, habrá que tener mucho ahorrado para poder comprar el poco oxígeno que quede respirable -la otra opción será asaltar residencias de ancianos para apropiarse de las botellas de oxígeno medicinal-. Entonces seguro que ya no es problema mantener la calefacción encendida todo el día, porque no se podrán abrir las ventanas para ventilar. 
Hay medidas mucho más razonables para reducir nuestra factura eléctrica y repercutir en las cuentas de beneficios de las multinacionales energéticas, a la vez que cuidamos un poco el Planeta (pequeño Planeta vuelve a sonreír, y tal), pero pasan desapercibidas en nuestro día a día y no quedan tan de activista quijotesco -que es lo que se lleva- como promover un evento en Facebook. No nos confundamos, no critico a los que de buena fe se unen al evento, critico a los que por ignorancia o mala fe lo crean. Y cada perro que se lama su pijo. 

lunes, 14 de febrero de 2011

Low cost

Es lo que se lleva, y, por no ser menos -o más- he sucumbido a las mieles de una aerolínea 'low cost'. Que lo barato sale caro es una sentencia que lleva iluminando el refranero español desde que el Mar Muerto todavía estaba enfermo. Y no falla. Como uno ya está curado de espanto, y ya había sufrido a Ryanair yendo a Londres, iba bien preparado, habiéndome estudiado las medidas del equipaje de mano, que, por cierto, parece ser que han reducido -y que después de gastarme 100 € en un trolley nuevo que las cumpla, seguro que vuelven a reducirlas justo cuando tenga que viajar con ellos otra vez-, llevando los líquidos en sus recipientes transparentes de menos de 100 ml. y en bolsa hermética de plástico transparente, como manda Bruselas -señora más exigente que mi madre, si cabe- con todo bien organizado para no montar una escena digna de barra americana, haciendo molinetes con el cinturón, en el check-in, nada metálico en los zapatos, para no pasar la humillante obligación propinada por el segurata de turno de tener que pasar el arco descalzo, con pantalones de los que me aprietan más que sobrarme, por aquello de no pasar el arco además de descalzo, con los pantalones por los tobillos, que ya sería rizar el rizo de la humillación pública, que me río yo del sambenito de llevar la bragueta bajada al lado de esto. Da igual, por muy previsor que seas, en el avión van más seres humanos, que serán tratados como procede, como clientes 'low cost', perdón ¿dije seres humanos antes? me corrijo, transporte de animales vivos; y de algo estoy seguro, a muchos de ellos no les daba tanto respeto coger esta aerolínea como a mi. Porque hay que ser gilipollas, o más gilipollas que la media, al menos, para no saber donde te metes, o saberlo y meterte a torear cual Manolete. 
Ya en Valladolid, entra uno con su minimaleta en la terminal con tiempo de sobra, y observando un poquito lo que se ve es que toda la gente que por allí se esparce espera tu mismo vuelo. Bien, algunos derrochadores, infieles de los dogmas 'low cost', hacen el sacrilegio de facturar maletas al margen del equipaje de mano, ahí van quince euros, y otros quince, qué barbaridad, parecen decirse telepáticamente los auténticos usuarios 'low cost'. A veces no queda más remedio, porque yo iba para tres días, que si vas para cuatro o tienes otro armario en Barcelona, o todo no te entra en la maleta de playschool que te dejan facturar. Pues nunca falla, una vez que abren el control de seguridad, siempre hay algún valiente que quiere entrar con un maletón, y entra (bastante le da al segurata de la puerta, que le apreten los 35 € de rigor y aquí Paz y después Gloria, suban de una en una y vayan sentándose). Y es que los ves, paso firme y mentón altivo, avanzando con su maleta que es dos veces -o más- la tuya, impertérritos hasta que llegan a la altura del control de acceso, donde una amable y guapa azafata, o en este caso un calvo feo (y ya verán cuando entre en vigor la Ley de Igualdad de Trato), le dice que no, que por ahí con eso no pasa sin aplicarle los 35 €/35 libras -muerto el cambio de moneda, se acabó la rabia-, y el tipo siempre alega "Pero si da la medida", y solícito el empleado se acerca e intenta ceñir un cartón con las medidas autorizadas al maletón. Para qué, las cosas notorias no necesitan prueba en derecho, y todos los cosufridores de la cola íbamos mirando de reojo el maletón de caballería acorazada, rodeada de nuestras maletitas de infantería, y se masticaba en el ambiente un pensamiento "dónde irá ese pierde misas con semejante maletón". Que más que un trolley era un trailer.  Pues, todos lo vemos menos el caradura del propietario, y eso retrasa la cola, en la que ya llevas media hora, y por ende, el avión, lo que dura la discusión que suelen ser unos cinco minutos. Resultado, avión con media hora y cinco minutos de retraso, aunque no sé para qué tantas prisas, total para subir a una cabina en la que no tienes escapatoria (salvo el suicidio, que es harto complicado cuando en el control de seguridad no te dejan pasar armas ni líquidos peligrosos, eso sí, en el viaje de vuelta de Barcelona a nadie le inquietó que un guiri que llevaba delante llevara una cadena de cinco quilos del cinto al bolsillo trasero. Vamos que el tipo para ir al baño tenía que tirar de la cadena antes y después), cabina en la que te bombardearán cada cinco minutos en la hora que dura el viaje con ofertas de productos libres de impuestos, precocinados mal cocinados, bebidas -incluidas las alcohólicas, dado que el caso Melendi parece no haber sentado precedente-, lotería, cigarrillos sin humo -que carajo si uno se puede acostumbrar al café sin cafeína, la comida sin sal y azúcar, la cerveza sin alcohol...- y si te descuidas te venden hasta el chaleco salvavidas, sin aire, por supuesto, si no son 10 € a mayores, y al que tenga quejas al maestro armero, que pregunte a Pascal o Galileo si el aire pesa o no pesa, y bastante es que no lo vendan al peso. 
En Barcelona, al volver, el retraso fue ya de una hora, pero yo ya sabía a que atenerme, y los sillones de El Prat son muy cómodos, y con un libro en las manos se me hizo menos tedioso esperar, lo malo es que, aunque sepan que te van a tener de pié media hora, llaman a embarcar mucho antes de que llegue el avión, y eso ya se hace pesado, aunque también me hubiera encantado esperar mucho más si llego a saber que quien se me va a sentar al lado va a recrearse en especificaciones técnicas de los posibles accidentes que se pueden tener con un avión tanto en su tránsito en tierra como cuando despega, se mantiene en el aire y aterriza, sólo se calló la boca cuando con tono de poder estrangularlo con el cargador de mi móvil (único arma permitido en el equipaje de mano, mucho más inocua, dónde va a parar que mi bote de gomina, custodiado en bolsa transparente, trasvasado a recipiente también cristalino y revisado minuciosamente para poder acompañarme en mi periplo aéreo), le hice notar que él también viajaba en el avión del que estaba hablando, y que no se han documentado casos de que se sobreviva a un accidente aéreo por haberlo descrito antes, y, puedo asegurar que, de irse a dar el caso, yo pondría de mi parte para que ahí "El Protegido", no se fuese de rositas sin una hostia como un campano. 
Pues eso, y en resumen, aquí cada vida vale en lo que está asegurada y, en su defecto, el nominal del billete que de derecho a su transporte de un punto A a un punto B, y puestos a partir de A, que se vayan A tomar por culo, con sus restricciones, sobreprecios por cualquier cosa y retrasos justificados sólo por exprimir sobremanera los viajes de sus aviones, yendo y viniendo durante todo el día sin casi descanso en cada aeropuerto, que no sé ni cómo les da tiempo a repostar, que, dan ganas de comprarse un paracaídas, aunque como habría que facturarlo a bodegas por pasar de las medidas, de poco iba a servir, salvos los 35 € a pagar a mayores. 
Si calculo las horas de espera y desvelos, el transporte desde el aeropuerto a Barcelona que son otros 5,50 € y soportar en el asiento de al lado de un bus a un italiano hiperactivo, con un tono de voz que enmascaraba el aterrizaje cercano de los aviones y que antes de ponerse a hacer un extraño baile en el pasillo con el que explicaba a sus amigos alguna anécdota estúpida acaecida en la expedición de maleducados a la carbonara a la Ciudad Condal, captaba nuestra atención y los restos de nuestro asco con un eructo, a ello le sumo el metro de Plaça Catalunya a Gràcia... entre tiempo y dinero, casi sale más rentable irme en tren, que son siete horas, pero tienen la costumbre de salir a la hora, no ponerte restricciones de equipaje, más allá de lo razonable, poder llevar el portátil encendido sin contravenir normas de navegación aérea, y con un bar que no va sobre cuatro ruedas, empujado por un camarero/azafato que se las ve y se las desea para decir chapata de jamón (así lo lee, pero así lo dice: asapatta di gamoo), que ya nos vale, ponerle semejante nombre al sempiterno bocadillo presente en todo avión... mira que somos joputas, pobres guiris; serán los cabrones de la RAE, Pérez-Reverte en cabeza, que seguro que odia a los aviones y a las azafatas, a los españoles y a los extranjeros, y le encanta la jota, la letra y el baile, y en el jamón de marras, mejor si son cinco, por ejemplo. Por no hablar de no tener que pasar la aceptada vejación que es un control de seguridad de aeropuerto. Aunque ya se van acercando cuando de alta velocidad se trata. Debe de ser que los terroristas no son de coger el ALSA. Hasta para eso hay clases, y se entiende, algún día les contaré mi trayecto Valladolid-León en autobús con un japonés con diarrea sentado al lado. Memorable episodio de la épica del transporte de viajeros en España (y seguro que del Japón, que allí no comen tanto ajo).  

lunes, 7 de febrero de 2011

Rimas y leyendas

El Jefe Provincial de la DGT en Palencia -el que firma las multas que aligeran bolsillos por aquellos lares- ha sido removido de su puesto a la cabeza de la rama pública de Interior encargada del tráfico rodado y, a veces, del embotado. El motivo, que no ha tenido el debido cuidado a la hora de reenviar un correo electrónico felicitando el año, y lo ha reenviado a toda la cadena de mando de la DGT (vamos que no fue un SMS mandado entre amiguetes, que verán la calidad más abajo, que tampoco le llegaría para eso), y el correo, que muestra a algunos funcionarios que nos temíamos y que ahora confirmamos, era del siguiente tenor literal tal y como leía en el ABC


Sent: Wednesday, December 29, 2010 11:50 AM
Subject: Para el 2011
Hola a tod@s. Como habréis comprobado, no me gusta felicitar la navidad,
pero sí lo hago al final de cada año.
Como también habréis comprobado (los que lo recordéis), me gusta que la
felicitación sea en verso (por eso de elevar la calidad epistolar -¡ejem!); en
2010 la rima era fácil (¡FELIZ 2010…, POR EL CULO TE LA HINCO OTRA
VEZ!!!, copiando la de: ¡2005…, por el culo te la hinco!), pero, para mi
consternación, no daba con una adecuada para 2011……
¿ O SÍ?....:
A todos vosotros, con mi cariño, os deseo:
¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO ¡!!!…(y…..CHÚPAME UN HUEVO!!)
Besos, no os lo tomeis a mal.
Aurora Cedenilla Diaz ( aún, aunque no sé, no sé…)

Bécquer, Garcilaso, Quevedo, Góngora, Neruda, Lorca, revolviéndose todos al unísono en sus tumbas, tomad calidad epistolar, debisteis de ser todos unos cabrones en vida y esto es vuestro particular Juicio Final.  Digo yo, que voy a menudo por Palencia, que qué tal se tomarían si, en una de estas que no sería raro me cae una receta de uno de los atentos servidores de la DGT, humanos -picoleto de toda la vida- y/o técnicos -radar de última generación, máquina cobarde que, pese a no pagar hipoteca ni mantener mujer e hijos, en un año tiene más coste que el salario de aquél- , me da por recurrirla (que uno tiene estudios no sólo para que presuma la abuela), y utilizo el mismo tono, expresiones y contundencia para mis argumentos jurídicos que la subordinada del Jefe de Tráfico -empiezo a plantearme si de drogas se trata- de Palencia emplea para felicitar el año a su superior y demás compañeros de farándula. Anda que no darían carne estos a Mariano José de Larra, aunque bien pensado, hombre inclinado al suicidio, mejor que no tuviera noticia de estas barrabasadas, porque no hubiera llegado ni a las 27 primaveras a las que llegó, y eso en un siglo en que se conservaban las formas debidas y la educación, no digamos en la oxidada y burocratizada maquinaria de la Administración del Estado, a la que un mail por rápido y resolutivo que resulta es casi un insulto aún en nuestros días, en los que siguen anclados en el sello de tampón y caucho, en el que pone una fecha de entrada, pero que nunca estampa a tiempo una de salida, y siendo el único ámbito en el que se puede utilizar un bolígrafo para algo que no sea firmar y no te miran como si fueses un cromagnon recién salido de tus aposentos de Altamira. 

Ya no sólo son el animal más rápido de la naturaleza (que saliendo a las tres de currar están en casa a las dos), sino que además gastan el tiempo que les pagamos los contribuyentes en semejantes ejercicios e-pistolares (no me digan que no es para pistola). Discúlpenme los funcionarios honestos que quedan (y que les dure mucho), pero comprendan mi indignación, y, si no la comparten, vayanselo a mirar (y miren a su alrededor, seguro que reconocen el perfil). Ahí quedan las rimas, de una que espero, que como su Jefe, pase a ser leyenda en la DGT. 

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