Los tres encapuchados de turno y rigor, con sobrecubierta de txapela, circuncidando todo ello una superficie hueca, que el resto de personas suele llenar con el cerebro, han hablado. Esta vez lo que toca es un "alto el fuego permanente, general y verificable". Sobra el perder el tiempo estudiando o analizando el significado, alcance y profundidad que van a darle esta vez a esos adjetivos, las experiencias previas hablan por sí solas, las treguas y altos el fuego duran hasta que a ellos les apetece que duren o hasta que se rearman de lo lindo. Claro que, hay otra salida, que de una vez por todas se acabe con una banda terrorista anacrónica, basada en dogmas políticos demagógicos y vacíos, en estereotipos y consignas trasnochados y formada e impulsada por cerebros lavados y puestos a secar al sol. El País Vasco no es Irlanda del Norte, ni de lejos, ya quisieran por aquellos lares el nivel de autonomía política y de independencia financiera de que goza esta región española. A ello hay que sumar que el nacionalismo vasco no es más que un carlismo frustrado, parido en las ideas de un corto de miras y de mundo como Sabino Arana, que allá por los romanticismos de centurias pasadas lo puso en boga. Se escudaban los gudaris de la banda en época de la dictadura en que luchaban contra el fascismo y la represión de Paquito el Gangoso, por la G. de Dios. Y aquella si era represión policial, y no la que denuncian ahora, salvo alguna vergonzante -y por desgracia reciente- condena a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por maltrato a los reos, ¿no ven que tratarles con violencia es ponerse a su mismo nivel?. Que no es otro que el de una mierda. No pudieron recibir mayor favor, siguen justificándose con el mismo discurso de la represión de las Españas a Euskal Herria, pese a que Paquito lleve más de treinta años criando malvas allá por el Valle de los Caídos y tropezados, que aquí haya habido una transición a la democracia, que allí el único recorte de libertades venga provocado precisamente por la existencia de la banda terrorista y su intransigencia con los conciudadanos, que no comulgan con sus pasquines de enaltecimiento de la crispación y destrucción de la convivencia, o simplemente con los que son su fuente de financiación, extorsión mediante. Vale que esto provoque un clima de control y presencia policial mucho mayor que en el resto del territorio nacional -esa pretendida "militarización" que no es tal, ni por asomo, véase el caso Irlandés-, pero, carajo, seamos serios ya, que esta es la única manera que tiene nuestro Estado de Derecho, legítima de todo punto, de no permitir que cuatro energúmenos le bajen los pantalones y campen a sus anchas, imponiendo sus desvaríos a todos los ciudadanos de bien que no tengan por costumbre llevar una nueve milímetros parabellum al cinto, o el pasamontañas por montera. Estos ciudadanos de bien -y algún que otro sinvergüenza, que allí también cuecen habas para estos, como aquí-, como lo hemos hecho todos, han aceptado la evolución que supone la heterotutela de los derechos y el traspaso del monopolio exclusivo de la coacción y la violencia al Estado, y sometido su ejercicio a sus normas, que vienen legitimadas por todos, por muchos malabares que hagan con naranjas y pomelos los nacionalistas para desvirtuar esa legitimación democrática. Algunos en pleno siglo XXI aún no se han enterado. Eso pasa por leer sólo propaganda política abertzale, que debe ser poco menos que tener veinticuatro horas a la Esteban en la caja tonta frente al sofá. Cada nacionalidad histórica de antes de ayer tiene lo suyo, oigan.
Me da tranquilidad el ver que esta vez el Gobierno no va a hacer el gilipollas con el tema (y recordemos que tanto gobiernos del PP como del PSOE han hecho el idiota con los terroristas, la falta de miras política no conoce de colores, pero siempre deja el mismo sabor a los ciudadanos tras el plantón y risas mil de la banda: un retrogusto nasal y consistente a absoluta mierda), y a las pruebas me remito: tras el alto el fuego han sido detenidos dos etarras encuadrados en el aparato logístico de la banda. Y ese es el camino y esa es la única salida, acabar con ellos con todos los instrumentos del Estado de Derecho, ahogarlos de tal manera que lo próximo no sea una tregua, sino su extinción, sin concesiones ni conversaciones. Y, aunque decidan disolverse, nada de amnistías, que ésta no es la coyuntura de finales de los setenta, ni mucho menos, el que la haya hecho que la pague, que no tiene justificación ninguna.
Esperemos no volver a lamentar jamás una nueva víctima de estos psicópatas sociales, y que veamos el fin de la banda. Luego cada cual que se presente a las elecciones con las ideas que buenamente le parezca, faltaba más, esta es una democracia libre, y lo será mucho más cuando el terrorismo desaparezca.
2 comentarios:
Por aquí en Chile estuvo de moda el "Frente Patriótico Manuel Rodríguez". En la década del 80 incendió, asesinó e hizo explotar todo lo que pudo para, según ellos, recuperar la democracia y sacar del poder a Pinochet.
Finalmente, el año 89 todo eso ocurrió, pero gracias al voto de millones de personas y sin necesidad de disparar ni una sola arma...
Al menos el F.P.M.R. cumplió su palabra, porque apenas se fue Pinochet del poder, jamás volvimos a saber de ellos.
Miraba las noticias de mi país y comentaban que la recepción del pueblo español era tibia y desconfiada ante este anuncio, y es que parece que a ETA ya no le cree nadie.
Ojalá que sean verdad sus "buenas intenciones" y se dejen de imbecilidades, porque la violencia no es ni será nunca el camino.
Como dices Roddo, la violencia nunca es el camino, y el fin no justifica los medios. En el caso del grupo que señalas el fin era acabar con un régimen dictatorial, en el caso de ETA, ni siquiera están claros ya sus fines. El País Vasco goza de una autonomía política y financiera envidiable para muchos territorios, y ello pese a existir muchas menos razones históricas y políticas para que las tenga que en otras situaciones que plagan el mapa-mundi.
La recepción de la noticia por los españoles no puede por menos de ser tibia, o, incluso, indiferente, primero porque es la enésima vez que ETA declara un alto el fuego, tregua, o cese de hostilidades, o como la quieran bautizar ellos; y todas las ocasiones han terminado en tragedia, rota la paz de manera unilateral por la banda terrorista. El segundo motivo es que la banda terrorista está cada vez más acorralada, encuentra menos justificación, y carece de apoyos hasta entre los propios separatistas vascos, habiéndola llevado el acoso policial y el rechazo social al límite de su supervivencia como organización. Por todo ello, lo único que nos queda, es ver desaparecer esta lacra que tanto nos ha azotado a los españoles las últimas décadas.
Un saludo.
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