domingo, 9 de enero de 2011

REBAJAS EN CIVISMO

Tras la venida de SS. MM. los Reyes Magos de Oriente, menos cargadas las alforjas de sus camellos a causa de la crisis, que como es global también alcanza a aquellas tierras, llegan las rebajas. Dice la prensa que este año  debido a la coyuntura económica negativa, y para incentivar el consumo, los comercios van a tirar la casa por la ventana rebajando más de lo que era habitual sus productos. Estuve ayer en el Corte Inglés y más que llevarme una grata sorpresa por la reducción de precios, lo que me llevé es una indignante muestra del mal pandémico que afea a esta sociedad que sufrimos: los malos modales y la falta de educación. Y es que en situaciones mínimamente estresantes el monstruo de la mala educación que muchos conciudadanos llevan dentro, sale sin tapujos ni rubor y lo peor es que nos toca sufrirlo a inocentes consumidores que estamos allí para intentar comprar más barato, no para soportar a nadie. Podría llevarme un largo rato del que no dispongo el enumerar todas las conductas que me pusieron los pelos de punta de indignación, vergüenza ajena y estupor, pero con que dé un par de perlas a modo de ejemplo, creo que quedará suficientemente ilustrada la situación, que además, siendo generalizada la antedicha falta de educación, seguramente todos lo hayan sufrido.
Primera perla: revolviendo ilusionado un desordenado cajón lleno de camisas de caballero que, según rezaba el letrero bajo a cuya sombra yacían, estaban rebajadas a la mitad de su precio -que no era poco- doy con una camisa que me gusta y de mi talla. Una satisfacción después de pelear en ese mar de señoras entradas en años escogiendo camisa al marido, que mira atónito el precio y refunfuña por lo bajo "¿y esto está rebajado?", sin importarles talla, color o diseño y revolviendo en el cajón como poseídas, desafiando al mismísimo principio de Arquímedes, desplazando en su actividad frenética más camisas que las equivalentes a su propio volumen -y puedo decir que a la mayoría era más fácil saltarlas que rodearlas, háganse cargo, pues, del tamaño-. El caso es que cuando cobré mi presa en medio de semejante selva, va una señora, ni corta ni perezosa, y me arrebata de las manos la camisa. Atónito quedo, sin saber ni qué decirle, mientras ella le dice al marido, igual de sorprendido que yo, "esta es tu talla -una mierda iba a ser, si era dos veces yo- y mira que las de rayas azules te gustan". Huyó con el fruto de su apropiación indebida, e impasible el ademán, pues como andaba yo poseyendo de buena fe, como debe poseerse, no me dio tiempo a cambiar el chip y echarle un buen rapapolvo.
Segunda perla: esta fue intentando entrar en el aparcamiento. Quien conozca el Corte Inglés de León, ve que en la esquina que da al Hotel Luis de León hay un cruce, y justo a la derecha según bajas desde el centro, el acceso al parking. Bien, pues estaba aquello como la entrada de un hormiguero con un niño de seis años hurgando con un palo. Pese a tener yo preferencia, cuando intenté cruzar el jodido eje cartesiano que dibuja el cruce, no hubo manera de llegar al otro lado y entrar al parking. La gente no sólo no respetaba la preferencia en el cruce, sino que los peatones debían esquivar los coches en el paso de peatones subsiguiente, y algunos pretendían introducir en la rampa del parking su vehículo a la vez que otro, no rayando el coche del vecino por milímetros. Vi el percal, y tras intentarlo un par de veces metiendo el morro lo que pude, y de gesticular en una enfervorecida defensa del Código de Circulación, desistí y hete aquí que estaba de suerte, un sitio unos metros más adelante al ladito de la puerta y gratis. Que se jodan los ansiosos, pues.

Lo dicho, un país que ya es de común maleducado, tiene eventos como las rebajas en los que sin pudor se expresan esas malas formas de manera impune e indecente. Volveré cuando se haya tranquilizado el tema, y me da igual que no quede nada aprovechable, prefiero mantener mi estima social intacta.

2 comentarios:

Brokenwings dijo...

Qué quieres que te diga? a parte de que no soy mucho de ir a comprar ropa, estos días paso olímpicamente. El sábado bajé al centro (centro de León, no centro comercial) y era imposible andar así que cuando hice mi primera incursión a Blanco, la marabunta casi me deja sin aliento (no voy de fiesta a la OH! porque me agobia tanta gente junta) Por lo que un par de tapas después (en los bares daba gusto entrar oye) me volví para casa. Dentro de un par de semanas ya bajaré con más calma...

Erayo Peroyano dijo...

Es lo mejor que se puede hacer, esperar a que pase la vorágine de los primeros días y si queda algo aprovechable, ir más tarde. Yo quería haberme comprado un traje o dos, pero viendo como estaba el ambiente, prefiero esperar, aunque me salgan más caros.

Saludos.

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