"Los que en mayo del 68 abanderaban el prohibido prohibir, son ahora los azotes de la libertad individual" |
Reconociendo que el tabaco es perjudicial para la salud, y que puede ser nocivo, desde luego para la salud del que lo fuma, y también para los terceros que rodeen al fumador mientras ejerce su hábito, valdría buscar fórmulas que conjugaran la libertad de los fumadores con el derecho a la salud de los fumadores pasivos. Las fórmulas las hay y ya se había llegado a ellas, incluso por exceso.
La primera de las actuaciones que han seguido los Gobiernos una vez abierta la guerra al tabaco es la de imponer impuestos especiales a su consumo, que ahora mismo alcanzan a más del 70 % del valor total de cada cajetilla. Esta carga tributaria deja en entredicho el argumento económico-sanitario, tan abanderado por los antitabaco. Los cigarrillos son lo que se denomina en economía un demerit good, un bien cuyo consumo ocasiona efectos negativos que no pueden ser minimizados con el libre funcionamiento de la oferta y demanda, a lo cual se denomina externalidad negativa. Para minimizar la externalidad negativa y ajustar el consumo teniéndola en cuenta, los gobiernos fijan tasas o impuestos sobre el precio de este tipo de bienes y con ello se pretende conseguir una disminución de la demanda proporcional a la subida del precio. Pero ¡ay! hete aquí que el tabaco es muy adictivo, con lo cual, tiene lo que se denomina una demanda inelástica, es decir, que debido a la dependencia que de este bien tienen los consumidores, pese a que se hagan ajustes al alza en el precio, no se consiguen con ellos los resultados que en un bien de demanda más elástica serían harto significativos.
Otra cosa que se ha hechos es incluir información en cada cajetilla, esas esquelas a las que ya he aludido, algunas tan graciosas como: "el tabaco contiene benzeno y nitrosaminas", ¿me ha visto cara de químico señora ministra?, "el tabaco es muy adictivo, no empiece a fumar", sí, ahora que me he pagado casi cuatro euros por la cajetilla la tiro o la dono a las monjas de la caridad de San Philipp Morris. Y en proyecto estaba lo de poner fotos sórdidas de órganos afectados por patologías derivadas del consumo del tabaco. Hablo por mí, las esquelitas no han tenido ningún resultado amedrentante. También se ha prohibido la propaganda de las industrias tabacaleras, lo cuál nos dejó insólitas imágenes a los amantes de la fórmula 1, viendo cómo se tapaba de la manera más cutre en los vehículos los emblemas de esas marcas, tradicionales patrocinadoras de equipos de competición.
Poco después se les ocurre la genial idea de sacar una ley al respecto. Todos entendemos que en sitios como hospitales, edificios públicos, residencias de mayores, colegios, institutos, etc. se prohíba fumar. Hasta aquí poco debate hay. Ahora bien, señores míos, no me toquen los bares y restaurantes que esto es España, y aquí el café se toma con cigarro, la caña se toma con cigarro, y el café y chupito de después de comer se toma con cigarro. Pasan por el aro (qué remedio) los establecimientos hosteleros de más de cien metros cuadrados, y la mayoría toman la decisión de permitir fumar en sus instalaciones, para lo que la Ley les obliga a habilitar una zona separada al efecto. Esto hablando en plata se traduce a "prepárame unos cuantos miles de euros para los albañiles", ¡oído cocina!.
Ya éramos todos felices en este mundo de piruleta, no sin una pequeña sensación de apartheid, de ostracismo, de tener poco menos que la lepra por parte del colectivo de fumadores. ¿Fuma usted? Sí, bien, acompáñeme a aquella pecera que les hemos habilitado al efecto. Conformes ya los fumadores con nuestras cámaras hiperbáricas, y hay que reconocer que frecuentando más los bares permisivos y de menos de 100 metros cuadrados, en detrimento de grandes comedores, no van y se les ocurre desde el Gobierno el aumentar las restricciones. Ahora ya afectan a lugares al aire libre, en los que es tan fácil el no molestar como el tener un mínimo de civismo y cuidado (que algunos ya teníamos incluso en lugares cerrados). A ver con qué cara le cuentan a los hosteleros que hace un par de años tuvieron que reformar los locales que no les ha servido de nada... ¿Recuerda la reforma que tuvo que hacer para adaptarse a la Ley del Tabaco? No me voy a acordar si todavía estoy pagando el préstamo... Pues buenas noticias, como si tira los tabiques porque ya no le van a hacer falta. Hay que tener los cojones cuadrados.
Lo próximo será fundar leproserías a las afueras de las urbes para los fumadores, y no tardando, cuando termine con la nicotina el Estado querrá ponerse con el colesterol, y entonces a ver cómo nos sienta que nos prohíban, que lo harán, el tocinillo en la fabada o el chorizo en las lentejas a la riojana. Nadie se extrañe, cuando nuestra estupenda Ministra de Economía lo era de Sanidad prohibió una hamburguesa servida en una famosa cadena de comida rápida por considerar que tenía más calorías de las debidas (por cierto, era mi hamburguesa preferida, y no estoy gordo que digamos). Más educación, más autocontrol y menos prohibiciones, que es la vía fácil, pero no la mejor.
Ya lo decía el dicho: si no fumas, no bebes y no follas, para qué vives gilipollas. Mucha falta de las tres cosas tienen en el Consejo de Ministros.
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