jueves, 30 de diciembre de 2010

Pan y circo


Telecinco, la "Montaña de Basura" de la televisión, y no me estoy refiriendo a la de los Fraggle Rock, que era poseedora de toda sabiduría, exactamente lo contrario que la cadena amiga, ha engullido en su pestilente parrilla televisiva a uno de los pocos canales por los que tener la nueva TDT merecía la pena, CNN+. Y no sólo se conforman con eliminar un canal informativo, sino que lo sustituyen por la mayor de las basuras televisivas que pueden hacer tragar a una persona -aunque a mi no me pillan a no ser que me aten hasta las pestañas, como en la Naranja Mecánica de Kubrick-, un canal que según se rumorea va a estar las 24 horas del día dedicado al programa Gran Hermano, ahí es nada, lo interesante que debe de ser seguir durante todo el día la vida privada hecha pública de un grupo de descerebrados encerrados en una casa. Y yo pensando que nadie seguía ya ese tipo de programas. Debo de estar equivocado, porque de lo contrario esta apuesta de Gestevisión sería la mayor estupidez comercial jamás hilvanada, más absurdo que vender una nevera a un esquimal. Y equivocado estaré cuando al buque insignia de la cadena, la choni poligonera Belén Esteban es intitulada sin rubor como la Princesa del Pueblo, dándole una representatividad que, de ser cierta, y yo comprobarlo, me abocará a una irremediable emigración. En el mismo nivel de la Esteban, tenemos al florido Jorge Javier Vázquez evolución a la loca y enfocado al sector de la prensa rosa del Jesús de su mismo apellido, conduciendo un programa a cuyo título -"Sálvame"- deberían de hacer caso los televidentes cambiando de canal, o con el gesto más sano de apagar el televisor (y no hablo sólo de la sanidad ocular, me preocupa más la mental). Qué decir de las amenizadas mañanas con "Mujeres, Hombres y Viceversa", que sin ser un título de película pornográfica-orgiástica, parece ser a lo que aspira, porque no me digan a mi que jovencitas y jovencitos de cincelados cuerpos serranos tienen que ir a buscar novio/a o ambos a la vez, a un programa de televisión. Eso sí, si te montas sobre el primero/a que te guste del bar de la esquina, lo mismo tu fama no llega mucho más allá de las fronteras del barrio. Comprensible, pues, el montaje que se traen entre manos para dar carrera en el mundo de la farándula a todos esos jovenzuelos poco aprovechables en cualquier otro ámbito del mundo laboral que requiera el uso del cerebro. Todo sea por fomentar el empleo. 
Hasta los informativos están contaminados de este espíritu frívolo y amarillista, donde lo único aprovechable, si te tapas las orejas, es la visión de los cristalinos ojos de la Carbonero, que lo mismo sigue campando por esos lares por ser pareja del año con el guardameta de la Selección. Y hablando de la Selección, esto me recuerda a J. J. Santos, uno de los más lamentables narradores de eventos deportivos, al que le compraron en la cadena amiga, para estar a sus anchas castigando nuestros oídos y consiguientes receptores cerebrales, nada más y nada menos que el Mundial, recordado por la épica victoria de La Roja, pero al que la Historia Deportiva debería dedicar un par de líneas a la lamentable cobertura y retransmisión de los partidos. Siempre nos quedará el beso robado a la Carbonero. 
Y por si todo lo anterior fuera poco, aún nos queda el Programa de Ana Rosa, AR, la creativa, la reina de las mañanas eclipsada por la princesa del pueblo, y que por tener tan difuminada su actividad empresarial (escritora, presentadora, editora de revista, productora, y un largo etc.) debió olvidar en algún momento -el de su alumbramiento al mundo, me temo- la manera de hacer buena televisión y periodismo de rigor. 
Entrar en la web de la cadena -no se preocupen, que luego me confieso y me pondré de penitencia una lectura sesuda para la noche- hace que veamos lo imperceptible que es la diferencia del contenido de esta cadena con el de cualquier revista sensacionalista. 
Lamentable de todo punto, pero gobernada por Il Cavaliere, y parida y crecida de la mano de las Mama Chicho, "Crónicas Marcianas" (salvable programa en algunas de sus secciones, a parte del streeptease, claro), el tomate, y un largo etcétera, el resultado es la televisión que tenemos,  y que tras engordar por sus crecientes ingresos publicitarios -agradezcamos también en este punto la sabia política gubernamental de suprimir la publicidad en la televisión pública, acrecentando el pastel de las privadas por este concepto- y salida al parqué del Ibex 35, se ha permitido el lanzarse a comprar Cuatro (despidanse de grandes series como House), suprimir la CNN+, como primera medida tras su conquista, y comenzar una preocupante expansión por la parrilla de la TDT, anexionándose canales vorazmente y con un único criterio, llenarlos de morbo y telebasura. 
Pan y circo, damas y caballeros. De surtirnos de pan se encargan las omnipresentes panaderías, supermercados y furgonetas de reparto. Del circo ya se encarga de repartirlo el emporio audiovisual de Telecinco. 

Es la televisión que tenemos y consentimos, será, pues, la que nos merecemos, y Telecinco tiene fácil y pertinente rima. 

viernes, 24 de diciembre de 2010

Pon mis dos bolas en tu árbol

El Portal de Belén, en nuestra navidad desnatada y a medida
de una sociedad agilipollada. 
Ya estamos inmersos de lleno en la navidad. De hecho hoy es Nochebuena y mañana será navidad, saca la bota María (madre de dios, que como es un título, ahora según la RAE lo puedo poner con minúsculas) que me debería emborrachar. Ello me anestesiaría de esta Navidad llena de adornos y envoltorios, pero vacía de contenido, a salvo la hipocresía. 
Los únicos que se toman en serio esta fiesta son dos colectivos. El primero y más conocido el de los grandes centros comerciales, ellos tocan la música y nuestras tarjetas de crédito bailan al compás, con algún que otro pisotón a la respectiva nómina, y con el resacón de la cuesta de Enero. El segundo son las señoras de rulos y bata por semana y emperifollamiento dominical, que válgame dios -vuelvo a ponerlo con minúscula, satisfacciones que nos da la RAE-, no se pierden una Misa de Gallo ni con aquello de la gripe aviar. 
Te inundan de correos electrónicos más o menos ñoños u originales, de felicitaciones virtuales por redes sociales, de SMS de copia y pega, etc., etc., pero pocos son ya los que mandan una postal "de carne y hueso", de celulosa, vaya. Por lo menos es el detalle de molestarse en elegir el continente, comprarlo, escribir el contenido, pagarse un sobre y un sello, y enviarlo por correo ordinario. Eso es una felicitación en toda regla, en la ortodoxia del espíritu navideño, cojones. Pero, como dije, la tarjeta de felicitación se ha sustituido por la de crédito, y el nivel de afecto se mide por el valor del regalo intercambiado. 
Los árboles de navidad antes se cortaban en el pinar más cercano a la plaza, ahora con los ecologistas haciendo cosquillas en nuestras gónadas con palitos de incienso y pachuli, son de plástico más inflamable que la conífera a la que sustituyen, y todo el mundo sabe que sólo hay algo más inestable que la nitroglicerina en lo que a protagonista de la energía de activación de una combustión exotérmica se refiere: las lucecitas de árbol de navidad. El menda ya lleva en su corta -vale, sí, no tan corta- vida, dos descargas eléctricas por cuenta de las bombillitas de Papa Noel, Santa Clause -nunca sé si es Close o Clause, es que lo confundo con Jean Claude/Clode Van Damme-, San Nicolás o la Puta que lo Parió (que como no es un título, seguro que a la RAE no le importa que la magnifique con las mayúsculas). 
Y esta es otra, ¿qué se nos ha perdido por estos lares, a parte de aceite a algunos y tornillos a otros, para que loemos a Papa Noel?. Que aquí de toda la vida de Dios -o dios, no olvido a la RAE- hemos sido de los Reyes Magos, que eran tres, uno negro, supongo que por lo de la alianza de civilizaciones, y que eran reflejo de lo que es el balance de regalos de cualquier español de a pié: por cada dos regalos de mierda (incienso y mirra), uno bueno -lease sobre con dinero- (oro). Por lo visto el Papa Noel nuestro es una adaptación anglosajona de la vida y milagros de un tal San Nicolás, que moraba por tierras turcas o alrededores, tiempo ha, y que ellos mandaron a la más fría Laponia, porque si no, no cuadraba lo de la nieve, que queda de lo más bonito en los adornos navideños. Más cojones tienen los que la ponen en un Belén ¿es que no hay un solo meteorólogo que se cabree y ponga el grito en el cielo ante la visión de una reproducción de Belén de Judea con nieve? Lo próximo será abrir una estación de esquí en la ladera del castillo de Herodes. 
Pero bueno, así todo, cómo no iba a degenerar una fiesta en la que, hasta su fecha fue inventada interesadamente por la Iglesia Católica para solapar la fiesta del solsticio de invierno celebrada desde tiempos inmemoriales por otras creencias paganas previas. Los especialistas en fechas de nacimiento de Mesías dicen que debió ser allá por septiembre, cerca de la fiesta de los Tabernáculos, época en la que, como narra la Biblia se llenaban las posadas, los pastores podían velar los rebaños a la intemperie, y los romanos hacer un censo en condiciones. 
Concluyo volviendo a la decoración del árbol.  Antes se le ponían decenas de adornos variopintos, que se habían juntado a lo largo de los años, y que no había dos iguales, luces de colores y papel de plata para el caldero que lo sujetaba. Qué bien olía a pino el salón. Ahora se compran cintas de tela adornadas que le circundan, un kit de diez o doce bolas compradas en los chinos (no confundir con bolas chinas, ni con chonis en bolas), todas iguales, y una tira de luces blancas parpadeantes en distinta secuencia. Una mierda artificial y sin ningún valor emotivo, sea. Para darle una nota de variedad, y como la navidad -esta navidad- ya me está tocando las pelotas, las dono para tu árbol de navidad. 

Que paséis unos felices días, bebed con moderación, pero bebed, disfrutad de la familia y los amigos -que son lo más importante, y lo que, en verdad hay que celebrar en estas fechas- y que el año que viene vosotros podáis leer, y yo escribir, mis quejas sobre la navidad del 2011. Y, cómo no, acordarse de los que no están. 

martes, 21 de diciembre de 2010

Animal a Bordo

Uno se pasa muchas horas a la semana en la carretera, por obligaciones laborales la gran mayoría, y por gusto un porcentaje muy reducido de las mismas. Dichas obligaciones laborales lo mismo me tienen recorriendo carreteras de tercera, cuando no caminos de cabras de ruta por los alrededores de mi centro de trabajo, y en otras ocasiones me hacen internarme en grandes ciudades como Madrid, o en menos imponentes, pero muy concurridas, en lo que al tráfico rodado se refiere, como Valladolid. 
El caso es que imbéciles al volante te los encuentras por doquier, y vayas donde vayas (ponte bragas). Hay costumbres de terceros conductores (y contra ellos por algo tengo el seguro, que cualquier día se me cruza el cable), que me sacan de mis casillas, una es la extendida costumbre de utilizar las luces de posición en situaciones en las que el Código de Circulación te obliga a usar las de cruce. Las luces de posición sólo tienen una función -totalmente en desuso- que su propio nombre indica. El que el vehículo se encuentre en movimiento, excluye de por sí su uso. Por algo alumbran menos que un cirio de dos semanas en la Parroquia de turno, ite, misa est. Pues eso, que no se ven lo suficiente como para hacer la conducción segura, con el coche circulando en condiciones de falta de visibilidad, sea entre el ocaso y la salida del sol (¿ves el Sol por alguna parte? No. Pues pon las luces -de cruce, se entiende- gilipollas). Te contestan con el que "si todavía se ve de sobra", "ese que acaba de pasar no las lleva", etc. Atrevida es la ignorancia, de las normas, y de la gravedad de las consecuencias de no atenerse a algunas de ellas. Y la ignorancia de la Ley no exime de su cumplimiento, lo que me lleva a la conclusión de que deberían enchufarse más multas por esto, y menos por gilipolleces varias. 
Otra mala costumbre que me hierve la sangre, no menos extendida -incluso por ciertos lugares, es pandémica- es la de no utilizar las intermitentes nunca, salvo en el caso extremo de que con su uso equivocado podamos provocar un accidente absurdo. Una de dos, o están todos -junto con los usuarios generalizados de las luces de posición- por ahorrar energía de cara al cambio climático, o la imbecilidad cotiza al alza por nuestras carreteras. 
Otra costumbre menos relacionada directamente con la seguridad vial, es la de pegar pegatinas de flores en la trasera del coche. Pero lo indirecto de esa relación comienza a tambalearse desde que le tengo oída una teoría a una amiga "cuidado con todos los que llevan esas margaritas pegadas en el coche, tengo comprobado que son un peligro al volante". Carajo, me dije ¿qué tendrá que ver el tocino de fabada con la velocidad?, pero resulta que tras el preceptivo período de observación, prueba y error (con más errores casi que pruebas), me cercioro de que la teoría era cierta. 
Luego están los que se han bajado por internet la música más sórdida del mercado -e incluso, por mala, música extracomercio- y sabe Dios por qué razón han llegado al convencimiento de que a todo el resto de usuarios de la vía pública le han entrado unas apremiantes ganas de escucharla, y, en un arranque de solidaridad desinteresada, bajan las ventanillas, con independencia de la temperatura exterior, y regalan decibelios en fuego graneado y a discreción. Suelen coincidir los perpetradores de esta difusión musical con aquellos sujetos que se gastan un 75 % de la nómina en maquear sus coches/naves espaciales. El otro 25 % he deducido que va para la droga que les hace ver que tiene sentido la soberana estupidez de maltratar un coche diseñado por ingenieros, especialistas de diseño y acorde a la estética del momento, consiguiendo que sea tan irreconocible como posible el que pasen una ITV con él en esas condiciones. Cuando el dinero es de papá, y no de la propia nómina, ya no hace falta la droga, la estupidez viene de serie y es heredada. 
Por último, pero no como final de estas subespecies de conductores suicidas-homicidas (que prometo ampliar en un futuro), cabe mencionar al dominguero, ese ser que una vez cada semana, como mucho, coge el coche, y sale a la carretera a la aventura, y tal es la aventura que no sabe por dónde va, circulando a la velocidad constante de 70 km/h (redúzcase proporcionalmente si el sujeto supera los 60 años, pese a conducir Mercedes, Audis, BMW's, etc.), vayan por autopista, por pueblo, o por donde el ocio les lleve. Eso sí, tras estorbarte un rato, y cuando los vas a adelantar, les sale el rockero rebelde que llevan dentro, y te prueban que lo de cero a cien en seis segundos, no es broma, y claro, poco puede tu utilitario frente a eso, a no ser que el transformer vuelva al modo dominguero, y le pilles desprevenido (no es muy complicado, jamás miran por el retrovisor). Tienen estos, además, una costumbre de lo más insoportable, la de pegarse a la matrícula trasera de los camiones, sin intención alguna de adelantar, por supuesto. 
Uno no es, ni será nunca Fernando Alonso, y todos infringimos normas y nos vemos sometidos a los peligros inherentes a la carretera, pero lo que no puede consentirse alegremente es que esos peligros los cree la estupidez y la desidia. 

En diez minutos cojo el coche, seguro que el viajecito me daría para otro artículo entero. 

sábado, 18 de diciembre de 2010

El albañil del condado

Todas las armas las carga el diablo. Algunas, además 
las maneja un loco, y ese es mal coctail.
Ha pasado esta semana en Olot, un tipo que llevaba toda la vida trabajando de albañil para la misma empresa, se entera de que va a ser despedido. Por lo visto, intenta cobrar el cheque indemnizatorio y no se lo pueden pagar porque el talón se ha girado contra una cuenta sin fondos. Además mantiene en la CAM de la localidad una deuda de más de 5.000 € por una tarjeta de crédito que le habían concedido. Hasta aquí una historia que, por desgracia, últimamente -o más bien, desde hace un tiempo- es de lo más común a lo largo y ancho de toda la geografía nacional. El problema ha venido con la reacción del personaje, ante el panorama que se le venía encima. 

Al tipo, según leo hoy en el ABC, en Olot sus conocidos le llamaban "Rambo", por su costumbre de ir ataviado con ropa militar, y por su gran afición a las armas de fuego. El tipo prefiere que lo tilden de "Sheriff del condado",  y cuentan los cotillas oficiales del lugar que a veces se paseaba por los carrers de Olot con arma al cinto y placa de pega, supongo que de esas que regalaban con los cereales años ha, o de las que venían entre los accesorios de rigor en los kits de juguetes de policía de venta en rastrillos y estancos con solera. En resumen, el tipo era lo que de toda la vida de Dios venimos llamando un gilipollas, y que de un tiempo a esta parte, lo que vienen denominando un friki. En todos los sitios se cuecen habas, y en todos los pueblos hay algún sujeto de este calado, que se viste por las mañanas por lo militar, que le gusta pasear armas más allá de lo estrictamente necesario para la atención de hobbies o aficiones, como la caza o el tiro al plato, y que se ha tragado más películas del oeste y bélicas que telediarios. Todo el mundo suele reír la situación, por lo cómica, pero viendo lo que sucede con uno de estos sujetos sumido en una situación de estrés, cabría plantearse su internamiento de oficio en instituciones psiquiátricas, y hacer lo propio con quien les concedió el placet para una licencia de armas. 

El caso es que el tipo, una vez enterado de  su despido, y tras intentar cobrar infructuosamente la indemnización correspondiente, ahogado en problemas económicos -supongo que no más que un alto porcentaje de la población que ha venido engrosando recientemente las colas del paro- se le cruzan la fase y el neutro, y acude cortocircuitado y escopeta en ristre a un bar del pueblo, donde desayunan tranquilamente un padre y un hijo, los dueños de la constructora para la que trabaja, ajenos a lo que se les viene encima, que son las postas de unos cuantos cartuchos de escopeta. No conforme con haber dado el pasaporte a sus jefes, mientras las fuerzas de seguridad -ya avisadas del hecho- acordonan la localidad para que el zumbado este no pueda poner pies en polvorosa, el tipo pone rumbo al centro de la ciudad, entra en una sucursal de la CAM, y le descerraja sendos tiros al subdirector y a una empleada, acabando con sus vidas. 
El móvil para matar a su jefe, no se comparte pero podría llegar a comprenderse, al hijo lo mató, según dice, porque se lo encontró, ahora que el que le haya movido a acabar con los dos empleados de la entidad bancaria, que no son menos obreros que él por trabajar con la cabeza en vez de con las manos... no acabo de comprenderlo, te gastas alegremente cinco mil quinientos Euros de una tarjeta que te han concedido, y luego, cuando vienen mal dadas y no vas a poder atender la cuota mensual de 180 € para devolver la deuda, decides acabar con la vida de los empleados... incomprensible. Ni matar a sus jefes, ni a dos empleados de una entidad bancaria iba a solucionar sus problemas económicos, ni mucho menos, lo único que consigue es terminar de hundir su vida, si es que a pasear su gilipollez por las tabernasv locales se le puede llamar vida. 

La locura del ladrillo ya ha degenerado en las "locuras" de los que ponían los ladrillos. Esperemos que escenas como ésta no se generalicen, pero me temo que tendré la ocasión de comentar más, siempre y cuando no me toque de actor secundario en ellas. Toco madera. Y he puesto locuras entre comillas porque espero, por bien del fin de prevención general de la pena, que el tipo no se vaya de rositas alegando trastorno mental, que ya habla de delirios, porque culpabilidad parece tener, prima facie, a tenor de sus declaraciones a la Policía, comprendiendo la maldad del hecho y habiendo actuado a sabiendas de lo que hacía. 


lunes, 13 de diciembre de 2010

Mono

Se me ha acabado el paquete de tabaco, acudo raudo y veloz a la bolsa alargada que contiene mi cartón de Camel de abastecimiento logístico, meto la mano y no localizo el prisma buscado, estrujo la bolsa con rabia contenida, nada, ahí dentro no quedan ni los restos.
Tras un par de fines de semana y un puente de consumo desmesurado de tabaco, me dije, como tantas otras veces: "cuando acabe el cartón, me compro unos parches, o chicles de esos que parece que has lamido un cenicero lleno, y lo dejo", pero como acustumbro a hacer conmigo y con los demás -sabrán perdonarme-, oigo pero no escucho. Sé que dentro de un rato me cambiaré de ropa y saldré a la calle de propio intento para comprarme un paquete, que a estas horas ya va  a ser de máquina, 4,10 €, toma hostia majo, ha vuelto Paco con las rebajas (léase subida abusiva de impuestos). Paco es el asesor de turno, de los que abundan en la Moncloa, para asuntos tales como sacudirme el escroto y bailarme las pelotas hasta causarme una profunda, pero sana, molestia.
Sé que me conviene dejar de fumar, ya estuve tres años en el dique seco, sin tocar un cigarro por culpa de una fea bronquitis, que de vez en cuando colea. Podía ser este un buen momento, en que estoy más o menos tranquilo, personal y profesionalmente. Pero no, es que ahora la abanderada es Leire Pajín, y odio a Leire Pajín, no de la manera del irrespetuoso Alcalde de Valladolid, el Sr. -¿he dicho señor?, es la costumbre, lo retiro- de la Riva (lo de León no se lo otorgo, sería un insulto a mi tierra), yo nunca me la imaginaría en ninguna situación mínimamente lasciva, y menos como Antonio Burgos, que la hacía en pornografía directamente, así a bocajarro, sin medias risas picaronas como las del regidor pucelano. Pero es que me sale de dentro, no lo puedo evitar. Méritos para ser blanco de mis desprecios, dejando siempre al margen su aspecto físico,  la musicalidad de su voz, y sus atuendos tribales, no me entra en la cabeza que alguien cuyo único mérito académico sea haberse licenciado en sociología allá por los cálidos Alicantes, en el verano del 98, al margen de cargos y carguchos que haya ostentado en la Universidad por pertenecer a la casta de los intocables, la casta política (y en el hinduismo esa de los intocables es la casta de los parias o dalists, como es de justicia en gente de mayor y menos interesado criterio que los pobladores de claustros universitarios), me veo con mucho mejor expediente y títulos académicos que ella, pero hete aquí que yo no soy hijo de políticos, no soy un trepa, me quedan -pocos, aunque suficientes para la diferenciación- escrúpulos, ergo, yo no soy Ministro de Sanidad, y por vergüenza a meterme a templador de gaitas siendo, como todos sabéis que soy, pianista de cámara -porque me dirán qué tiene que ver la sociología con la medicina, y no me valen disquisiciones doctrinales interdepartamentales de universidad a la boloñesa-, jamás se me ocurriría aceptar tal honor. El prisma que buscaba en la bolsa del cartón de tabaco tiene un volumen, que es su base por su altura, Leire, alma cándida, ni base académica, ni altura política, calcúlenme, por favor, el volumen de importancia que debería de tener, pues, en mi vida. Pues aunque el producto de la nada sea la nada, la señorita se las ha ingeniado para meterse hasta en mis más arraigadas costumbres, díganme si no ha adquirido un volumen de importancia relevante en mi vida, debe ser física cuántica, porque no lo entiendo. No se empiecen a pajear los amiguetes afines al PP que me siguen -y soportan- que si a alguien en activo del panorama político odio más que a Leire Pajín, es a Soraya Sáenz de ¡Santamaría!, "que Pinta pija tiene La Niña" parafraseando un viejo chiste colombino. Prometo vomitarle unas líneas, palabra. 
Que la señora Pajín sea la abanderada de prohibir que fumemos, allá sea en el interior de una bombona de butano, en una atmósfera ATEX, o en el bar de la esquina, me parece razón más que suficiente para mantener el hábito. Porque si ella quiere pulmones limpios, lo que aquí se encontrará son unos cojones roncantes -y seguramente achatados por los polos, que paso mucho tiempo sentado-, y si le preocupa que no respiren, sóplemelos, please, que es maniobra básica de una RCP -sustitúyase cardio-pulmonar por de cojón partío-. Tanto 'prohibido prohibir' en el 68, y ahora prohíben de todo menos lo que nos sería más saludable mentalmente hablando, que gente como ellos haga el conato de pensar, y encima piense que piensan por nosotros, valga la rebuznancia. Yo tengo mono de tabaco, pero está claro que los políticos que nos ha tocado sufrir tienen una relación mucho más directa con el mono, si me preguntaran por el eslabón perdido, Darwin mediante, diría que son ellos.

Me voy a por tabaco.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Cotillones y costumbres

En los últimos días veo mi facebook bombardeado por invitaciones a eventos de fiestas de Nochevieja de distintos bares de copas de las distintas capitales de provincias que frecuento. Con el paso de los años, y también, por qué no, con el pasotismo y conformismo adquiridos gracias al mismo, uno se ha hecho un animal de costumbres. 
Cada pub ofrece más o menos lo mismo, un precio similar por entrar, el cotillón que acabará adornando el suelo del local sumergido en un petroleado lodo negro, una barra "libre" más o menos amplia, que suele ir en relación directa y proporcional con el montante de la entrada, camareras y camareros bonitas y bonitos (me perdone la RAE por el desdoblamiento, que no es para aplacar "feministras", sino porque procede la diferenciación a gusto del consumidor), decoración navideña, vestidos despampanantes de ellas -que hacen más representativas, si cabe, la minoría de auténticas horteradas que también se ven-, y trajes de ellos que a los que nos lo ponemos todos los días nos arrancan una sonrisa (nudos de corbata a lo nudo marinero, tallas desproporcionadas y combinaciones imposibles, pero es parte de la magia del día, el sentirse bien es lo que cuenta) y la música que vaya con el local. 
Pues sintiéndolo mucho, ese no es un plan para mi. Lo de pagar un precio fijo por entrar en un local concreto, atestado de gente, como marcan los cánones de la maximización del beneficio empresarial, gente a la que normalmente no conoces, y que vas a estar viendo -y soportando- toda la noche, no me atrae en lo más mínimo. 
Prefiero hacer lo que he hecho los últimos años, quedarme en mi pueblo, con mi pareja y amigos de siempre, y celebrarlo bar por bar, recibiendo las felicitaciones de gente que llevo viendo fin de semana sí, fin de semana no, o de otra que hace como poco un año que no veo. Son felicitaciones de verdad, de esas que más que feliz año, transmiten un 'me alegro de verte otra vez', y no las vacías fórmulas propias del ritual social que en esa semana emite todo quisque, aunque por dentro esté deseando que te vuelva a sangrar hasta la última úlcera. Para los que vivimos fuera del pueblo, esto siempre es una satisfacción, no el que le sangren a nadie las úlceras, sino el volver a reencontrarte, aunque sólo sea por una noche, con la persona que eras allí, y que procuras no dejar de ser en otras partes. Prefiero ir de bar en bar, charlando con unos y con otros, poniéndome al día de sus vidas, que no ponerme ciego con la barra libre de un pub elevado a 'club privado' por un día, en el que la saturación de gente, unida a los pocos conocimientos de ventilación que poseo, y que me dicen que el caudal de aire renovado va a ser escaso para todas las almas 'respirantes/fumantes', harán que no tenga nada que envidiar su atmósfera al letal 'smog' londinense. Sin hablar de que hay que ir y volver, y no es una noche para tentar a la carretera (los imbéciles que cogen el coche mamados se elevan a la quinta potencia, sin contar con que es una noche con un clima muy particular en la Montaña leonesa). 
Champán, puro y unas copas en el garaje de un amigo, con el resto de la cuadrilla, tour por todos los bares de la localidad, unas copas, muchas risas, y  a estrenar un nuevo año como deberían estrenarse todos los años, rodeado de la gente a la que más aprecio tengo (salvando importantes ausencias, por supuesto, que lo celebrarán donde les corresponde, y otros a los que se echará más de menos, allá donde estén, pero seguro en nuestro recuerdo), pasándolo en grande, sin necesidad del esnobismo que dé el ir a tal o cual local de la capital, en el que seguramente se den todos los ingredientes habidos y por haber para conseguir entrar en el nuevo año con el pie izquierdo por delante. Frente a esto, el mayor contratiempo que me causa la Nochevieja en mi pueblo es el tener que llevarme el traje que me ponga a la tintorería el primer día hábil del nuevo año, no sin una sonrisa recordando quién y cómo te lo han manchado.
Hay ocasiones en las que da gusto ser de pueblo, y esta es una de ellas. Hagan lo que hagan y donde y con quien lo hagan, que ustedes lo pasen en grande.  

sábado, 11 de diciembre de 2010

Ya es navidad en el Corte Inglés

En épocas navideñas que se están acercando, salvo en el Corte Inglés, lugar en que la navidad comienza en noviembre, tengo otra de mis extrañas manías, cual es prestarle más atención a los anuncios publicitarios de la tele. Mi conclusión tras un exhaustivo análisis de unos diez minutos es que o los publicistas están en horas bajas, con menos imaginación que Ana Rosa Quintana enfrentándose a un folio en blanco, o la crisis le ha llegado también a la publicidad.
Echa uno de menos al calvo de la lotería -aunque el de la lotería sea uno de los pocos anuncios que se salva-, a los anuncios de turrón que, pese a repetirse navidad tras navidad, te pegaban la cancioncilla de marras, e ibas a currar por las mañanas tarareándola, cuando ahora lo que intentas es sacar de tu cerebro la repelente canción del anuncio de las magdalenas de la Bella Easo. Los anuncios de perfume femenino siempre han sido mis favoritos -para cualquiera es presumible el motivo- pero este año sólo han pasado los castings jovencitas muy guapas de cara pero más planas que la de Castellón, muy fashions y chic, pero más delgadas que un somalí en huelga de hambre. Tienen pinta hasta de estar enfermas. No digo que volvamos a la voluptuosidad de la señorita que buscaba a Jack's utilizando un extraño método detectivesco, pero muy efectivo cuando lo que buscas es un hombre, como era bajarse la cremallera de su abrigo pulmonar, pero una cosa intermedia no estaría mal. En los perfumes de hombre ni se han molestado en cambiar nada, con repetir los del año pasado les vale (total, nos vamos a comprar el que le guste a la jefa de turno). De Ágata Ruiz de la Prada no esperaba menos, el anuncio de su perfume me produce el mismo efecto que ver cualquiera de sus diseños o las corbatas de su marido Pedro J., desear desesperadamente arrojarme desde el balcón.
Los anuncios de juguetes, pese a las fechas, son más escasos que el sentido común en una reunión de políticos, eso sí, han sido sustituidos por los de consolas, poniendo a unos críos frikis frente a la cámara jugando como posesos a la nintendo (no se si ahora es DS, la Wii, o la puta que engendró a ambas), que apenas saben hablar pero tienen pinta de pasar en dos minutos los diez primeros niveles de cualquier videojuego (así alguno llega a la vida laboral pensando que se asciende de la misma manera, risas mil me guardo). Los niños que anuncian consolas, como es lógico, lucen unos enormes paletos, intactos, porque jamás han salido a la calle a rompérselos contra el bordillo de la acera, como hicimos todo hijo de buen vecino -y los hijos de puta también-, son aquellos que no han visto el sol, los elegidos para vivir entre algodones e ignorancia. Con tanta consola que anuncian, la Play Station 3, que ahora le da por montarnos el Fama a bailar en el salón de casa, con el consiguiente perjuicio para el resto de moradores de la propiedad horizontal,  la PSP, la Xbox, la Nintendo DS (con la que hasta puedes aprender inglés mientras juegas feliz como una lombriz, lo que acabará de seguro con generaciones enteras de profes de inglés y filólogos), la Wii (esta es la rehostia, puedes incluso hacer deporte con ella, eso sí, no vayas luego a coger una raqueta de tenis en la vida real y pretender que sabes jugar por ser un crack con la Wii), hay hasta consolas de Fisher Price o Play School, que sustituyen a lo que en mi generación eran triciclos y cajas con cuatro botones que se habían tragado -presuntamente- a los correlativos cuatro animales de granja, que cada cual se lamentaba de estar siendo digerido por la maquinita cuando apretabas el correspondiente botón, emitiendo su sonido característico pero con electrónico tono agónico desde ultratumba.
Los anuncios de supermercados siguen tan cutres como es su costumbre: "se celebra el ahorro" (sí, y para celebrar el ahorro tiramos la casa por la ventana en una absurda fiesta, tienen guasa estos de... mierda anuncio que no me acuerdo ni de quién es... creo que Hipercor), "navidad sí, pero no a cualquier precio" de Día que parece que nos plantan en la pantalla uno de esos panfletos que van dejando por los buzones, "vuelve el plan B, en Eroski", otra canción a borrar del subconsciente para evitar su descontrolado tarareo matutino, etc. Los de Toys'r'us han hecho un anuncio con una madre y sus dos cuervos criados gritando, lo justo para invitar a ir allí a los que tenemos una cierta fobia a esas criaturillas descontroladas y gritonas.
Se salva el anuncio del subidón al pagar con la Euro 6000, que la señora arranca una sonrisa a cualquiera, y supera con creces a los de la competencia que contrata a los deportistas más secos del panorama nacional para promocionarse: Nadal, que cuando habla parece el campeón de paddel de La Moraleja, a Fernando Alonso, con la alegría que le caracteriza, y demás familia. Y uno de los que más miedo da de la Liga nacional de fútbol, el Sergio Ramos,  lo ponen a anunciar bolígrafos solidarios, loable campaña, pero yo a este tío no le veo con un boli en la mano, salvo para firmar contratos millonarios, claro está. A ninguno le comentaron la norma básica de educación que es que no se habla con la boca llena. Xabi Alonso, contratado por Gillette, es también la alegría de la huerta personificada, habla con tal convencimiento que ojalá no sea un día el líder de una secta suicida (los mataría por aburrimiento).
Con estos antecedentes, este año, en vez de burbujas de Freixenet, tendremos pompas de jabón, para lavar nuestros cerebros y borrar toda esta mierda publicitaria. Como todo, tenemos los anuncios que toleramos y nos merecemos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Los controladores que querían controlarnos

Resulta curioso que en un ambiente de crisis económica generalizada, de congelación de salarios y pensiones, e incluso su disminución para empleados públicos, en unos tiempos en los que las palabras Expediente de Regulación de Empleo, que deben ser algo excepcional en un mercado laboral que funcione correctamente, están en boca de todo el mundo, y robando el sueño a no pocos; resulta que unos señores con sueldos desorbitados, condiciones laborales que ya nos gustarían al resto de los mortales, en el marco de la negociación de su Convenio Colectivo que lleva más de un año vencido, se les ocurre dar un puñetazo encima de la mesa, y plantar cara al Gobierno que pretendía imponer unilateralmente sus horarios -que ya nos podemos imaginar cómo serían-. La cosa es que, ni cortos ni perezosos, han cometido la irresponsabilidad de no acudir a sus puestos de trabajo, colapsando el país en el puente más largo del año. 

Es vergonzoso que para su provecho y chantajear al Gobierno hayan jugado con la vida y tiempo de miles de personas, dejando por los suelos la reputación de este país, y llegando a forzar la declaración del estado de alarma (una de las medidas más extremas que se pueden adoptar dentro de la legalidad democrática para solventar una situación de emergencia, al lado de los estados de excepción y sitio). Se ha colocado un Coronel de la rama del aire de las FF. AA. al frente de cada aeropuerto, en virtud del control militar a que faculta en el estado de alarma la Ley Orgánica 4/1981, y se ha hecho acudir a los rebeldes controladores bajo la amenaza de la aplicación del Código Penal Militar (cuyas penas no son moco de pavo, ni tan irrisorias como las de su primo el Código Penal de 1995). 

Mecanismos de protesta en el marco de la negociación laboral hay muchos, siendo el máximo reconocido el de la huelga por una parte y el cierre patronal por la otra. El caso es que nuestra Constitución de 1978 consagra el derecho de huelga de los trabajadores en su art. 28, pero su regulación es preconstitucional, siguiendo regulada por el Real Decreto Ley 17/1977, y ello pese a que por afectar derechos fundamentales debería regularse por Ley Orgánica. Lo que han hecho los controladores es una salvaje e injustificada huelga encubierta, ilegal a tenor de la regulación vigente,  por no seguir el cauce legal establecido para su convocatoria y ejecución y por vulnerar de manera flagrante el establecimiento de unos servicios mínimos, a lo que obliga la normativa citada. Me pregunto yo, desde mi modestia, si no irá siendo ya hora de regular en esa nueva Ley Orgánica el derecho de huelga, y prever de paso una actuación en caso de huelgas encubiertas como la que nos ocupa, sin tener que acudir al extremo del estado de alarma, previendo sanciones para los trabajadores que no se avengan a la legislación vigente o se extralimiten en el ejercicio de su derecho a la huelga, sin perjuicio de las responsabilidades penales, civiles y administrativas que correspondan. 

Importante es que después de esta machada no se vayan de rositas, porque de ser así, tomarán este método asilvestrado como el habitual para presionar en la negociación laboral, y lo que es peor, mal ejemplo se dará a otros colectivos que, llegado el caso, pueden decidir acudir a estas malas formas, que, a mi modo de ver, por mucho que te asista la razón, una vez que acudes a ellas, la pierdes, además de perder todo el apoyo social y político que pudiera existir con anterioridad (no me voy a meter en camisas de once varas, porque rumores son rumores, pero en este último punto los dos grandes Partidos siguen lanzándose acusaciones, por supuesto sin prueba alguna, ya veremos qué nos cuenta Zapatero cuando comparezca tras los leones del Congreso y rodeado de las hienas que ocupan los escaños). Bien está que se hayan abierto más de cuatrocientos expedientes disciplinarios, que en cualquier empleo mundano acabarían en despido -me viene a la mente la metáfora del ángel caído, de la torre de control, en este caso-, pero pese a ser ello de justicia, a ver luego quién va a hacer despegar y aterrizar a nuestros aviones, porque yo soy muy ducho en hacerlo con los de papel, pero con unos centenares de pasajeros a bordo, como que no acabo de verlo. Supongo que lo arreglarán con suspensiones de empleo y sueldo "por turnos", para no dejar desatendidos nuestros cielos -sin perjuicio de los arcángeles, ángeles y santos- y hacer de la solución otro problema. Eso sí, en el orden penal, que todos los que desobedecieran, sean juzgados y condenados, que un poco de autoridad no le viene mal a este país de la piruleta y la pandereta, y sírvase así al fin de prevención general de la pena. Y en lo tocante a las indemnizaciones por daños y perjuicios, si por mi fuera o fuese, les condenaba por responsabilidad civil y les iba detrayendo de los bienes presentes lo que se pudiera, y de los futuros (jugosas nóminas) hasta el límite a que autoriza la Ley de Enjuiciamiento Civil, para cubrir las indemnizaciones reparatorias. Pero a ver quién tiene gónadas a ponerle el cascabel al gato. Aviso para navegantes y bregadores de las ya inmensas colas del paro, estudien para controlador aéreo, que seguro que os conformáis con semejantes condiciones de trabajo, y sería de recibo que pronto quedaran unas cuantas vacantes a vuestra disposición, y ya quisiera ver a uno de estos 'ángeles caídos' en un trabajo de mortales, donde el que se queja como lo hacen ellos, no sale en la foto a fin de mes. 


viernes, 3 de diciembre de 2010

Las croquetas no se inmutan

Como todos los días entro en el bar a media mañana a tomar la caña de rigor y norma. La parroquia es cada vez menos numerosa, la mayoría han desertado, cambiando los vinos de la mañana por el más económico botellín de Mahou en el cálido, pero solitario, sofá de casa, porque ya no tienen el apremio de los veinte minutos para almorzar reconocidos por convenio colectivo de su ramo de trabajo, que ya no conservan. Veo un plato con doradas croquetas, que ya me imagino crujiendo entre mis dientes, pido mi caña, me la están sirviendo, y me decido a pedir un par de croquetas, pero la tentativa no se consuma, entra un parroquiano, y saluda de malos modos, mirándome de los zapatos a la corbata. No se por qué, pero esa mirada me hace sentirme culpable por un delito que, de seguro, yo no he cometido. El hosco cliente habla: 
- Vaya mañana maja -se dirige en exclusiva a la camarera- ponme un vinito, pero de Ribera nada, que parece que va a haber que ahorrarse hasta las costumbres. 
-¿Y eso?- responde ella, empujada más por la inercia que por el interés- ¿Qué te duele hoy?
- Creo que el culo, porque me lo han puesto bien, me han incluido en uno de esos ERE's de su puta madre y me voy a la empresa más grande de España, el paro. 
- Vaya putada, pero si llevabas ahí veinticinco años o más. 
- Veintiocho, más tres meses que como agradecimiento por los servicios prestados, aún no me han pagado. 
- Cojones tiene, y ahora ¿qué vas a hacer? 
- Cobraré la indemnización y me pondré a hacer cuentas. Pero con el jodido Zapatero este, me las veo crudas, les da vía libre para mandarnos a casa cobrando menos, nos sube de paso los impuestos, y lo que son alternativas no da ninguna, que yo sepa. 
El hombre hosco le hecha la culpa de lo que pasa a Zapatero, Zapatero a los mercados internacionales, pero estos no tienen cara ni culo, por mucho que den por él, y contra quien no tiene ni lo uno, ni lo otro, no valen bofetadas ni patadas, sólo frustración. 
Las croquetas siguen en su plato, sin inmutarse ni cambiarles el color, más frías si cabe, indiferentes al drama de un currante que, por edad, probablemente nunca vuelva a serlo. No se por qué, pero ahora me parece una ofensa pedir dos croquetas ¡que derroche!, no sea que mañana me las vea como el hombre hosco y tenga que incluirlas en los gastos a detraer de la indemnización de mi despido. No es mi situación, ni creo que lo sea, pero sí la de cientos de personas que tengo cerca (sí, he dicho cientos), y de miles que me quedan más lejos. Ya no quiero las croquetas, estarán frías, y dada la situación, seguro que vacías, porque la bechamel se cotiza al alza en el mercado global de futuros y opciones sobre el relleno de croquetas caseras, cuyo parqué no se halla pulido como el de las grandes Bolsas, sino cubierto de colillas, servilletas y palillos, pero que es igual de implacable que el de aquellos templos de la especulación. 

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cabronadas al carbón

Duele escribir sobre un tema que toca tan de cerca a uno, a su familia y a su tierra. La minería del carbón, a la que están condenando a la extinción. Se consiguió, no sin la consiguiente movilización de los trabajadores, una autorización de la Comisión Europea para la concesión de compensaciones hasta 2014 y el consiguiente Real Decreto que subvenciona el carbón autóctono para que las eléctricas sigan primando su consumo en las térmicas nacionales frente al carbón importado de Sudáfrica y Rusia -con la globalización hemos topado-, que les saldría más barato si no fuera por esta corrección introducida en el precio del carbón autóctono subvencionado, pese a los costes del flete (nos podemos imaginar los salarios de los mineros de allí y la calidad -o más bien falta de ella- de las instalaciones, determinantes para las condiciones de trabajo y la seguridad laboral).  Las eléctricas han presentado el correspondiente recurso contencioso administrativo contra el Real Decreto, en la Audiencia Nacional, y Tribunal Supremo (en resolución de recurso frente al acuerdo de la Audiencia Nacional) y ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea de Luxemburgo. A raíz de la impugnación del reglamento, el último de los órganos jurisdiccionales nombrados (y por lo que tengo leído también los nacionales lo acordaron y ratificaron respectivamente) ha acordado, a petición de la parte actora, la paralización de la aplicación del Real Decreto como medida cautelarísima. Una medida cautelar no se toma a la ligera, pese a que de esta opinión parece ser -interesadamente- la prensa local, las eléctricas han alegado que se vulnera el libre mercado, incrementa los costes de tarifa energética y les impide cumplir los objetivos ambientales fijados. En general y sin entrar en consideraciones doctrinales, se exige para adoptar medidas cautelares, primero: lo que denominamos el fumum boni iuris o apariencia de buen derecho, es decir que, a primera vista, lo alegado por quien pide medidas cautelares sea una pretensión legítima, es más, que exista la probabilidad de que el resultado del proceso sea favorable al actor, sin entrar a prejuzgar sobre el fondo del asunto; en segundo lugar se exige que concurra el periculum in mora, o riesgo de que durante el tiempo que transcurra hasta la decisión definitiva se pueda frustrar la efectividad del fallo. También se exige la prestación de caución suficiente por la parte actora, que pueda atender a los daños y perjuicios ocasionados por la adopción de la medida, si finalmente se deriva del proceso la no atención de las pretensiones de esa parte. En este caso estamos hablando de un daño emergente que genera la propia medida además de un lucro cesante considerable al mantenerse ésta en el tiempo (impago de salarios de empleados, cierres patronales, ERE's etc. de las empresas mineras, directamente afectadas por la medida). Con la caución se supone que se garantiza la posición inicial de quien soporta la medida para el caso de que no sea atendida la pretensión del actor Y en la jurisprudencia europea se tiene también en cuenta la ponderación de bienes jurídicos en conflicto. Habiendo adoptado la medida la Audiencia Nacional, ratificada por el Tribunal Supremo y confirmada la paralización por el TJUE, me cuesta hablar de arbitrariedad y falta de prudencia a la hora de acordarla, como se desprende de ciertos artículos de prensa que he leído. Puede que nos joda más o menos, pero están en su derecho.

Las eléctricas como cualquier otra empresa en un libre mercado, lo que buscan es maximizar el beneficio reduciendo al máximo sus costes, y ésta es la vía que han visto más expedita para ello, pese a la grave externalidad social  negativa que supone, que duda cabe, para las comarcas mineras. Que nadie se lleve a engaño que por pedirlo por favor las eléctricas no van a quemar carbón nacional, lo harán en tanto en cuanto la corrección al precio que deriva de la subvención como poco iguale al coste de importarlo. Ha dicho el Ministerio de Industria que las eléctricas se han comprometido a dar un adelanto con cargo al carbón a consumir, pero al no estar obligadas a ello, yo si no lo veo no lo creo, y es más, me gustaría ver si llega a su destino de cubrir salarios y no se queda por el camino, que en las cuentas de pérdidas y ganancias hay cuentas muy golosas antes de la de gastos de personal.

Una salida estupenda de la que sólo parecen darse cuenta ahora, que ya hay en marcha ERE's en varias empresas de la Provincia (algunos adoptados como cierres patronales encubiertos, dado que se llevaron a cabo antes de la preceptiva autorización administrativa), y más que se están barajando en un sector que, no se equivoquen, ya no tiene la fuerza de convocatoria que tenía cuando contaba con más de 20.000 trabajadores en activo, pese a que los 5.000 que le quedan conservan las ganas y el tesón de aquellos de manera muy loable, una salida era la del desarrollo de la tecnología para la captura de emisiones de CO2, creando de manera real y efectiva centrales térmicas que no emitan a la atmósfera ese contaminante y, por ello, no tuvieran que acudir las empresas eléctricas propietarias de la CT a demandar licencias de contaminación al mercado de licencias de emisión, con el abaratamiento de costes que ello supondría, en tal medida que incluso les saliese rentable el carbón autóctono frente al importado + licencias (porque claro está, después de una enorme inversión en esa tecnología de secuestro de CO2 lo que no podría consentirse es que se use para ahorrar costes en licencias de emisión y a su vez quemando carbón más barato que el nacional, aunque el argumento es válido en un mercado libre y sin regular, creo que en este punto habría de ponérsele coto). Si los gestores y responsables de las ayudas al carbón, las empresas mineras y los sindicatos hubieran centrado sus esfuerzos en promover esta tecnología, y menos en polígonos industriales imposibles, e iniciativas con nula generación de empleo más allá de su puesta en práctica, quizá otro gallo nos cantaba ahora. Pero en este país, como siempre, no vemos venir al lobo hasta que nos está mordiendo las piernas. Parece ser que el Ciuden llega tarde.

Pase lo que pase con la resolución sobre el Real Decreto, estamos ante parches poco más que quinquenales que van salvando los muebles mientras el agua sigue comiéndose los cimientos. Pan para hoy y hambre para mañana. Las comarcas mineras necesitan una reestructuración radical y ésta viene siendo urgente desde los noventa, pero no se ha invertido ni un solo euro con decisión en ella. Pequeños proyectos por aquí y por allá, pero nada que salve éstas zonas, reindustrializándolas o reactivándolas económicamente para el día, que nadie dude que llegará, en el que el carbón ya no de más de sí (y démonos cuenta de que si excluimos las subvenciones, ese día ya hace mucho que llegó).

He llegado a ver artículos en prensa en los que se propone nacionalizar las térmicas o las empresas eléctricas. Cierto es que las empresas de distribución de servicios basados en recursos naturales, son monopolios naturales, una vez extendida la red de distribución, los costes variables tienden a cero y se teoriza que un monopolio es posible y adecuado para esa distribución, y quién mejor para gestionar un monopolio natural que el Estado a través de precios públicos y regulados o de una concesión administrativa. Pues no, desde el momento en que ese monopolio natural se desvirtúa por el carácter global del mercado y los recursos, por la injerencia del mercado de licencias de emisión, por la entrada de multinacionales de otros Estados, vemos como existe un mercado más o menos reducido, en el que casi se podría hablar de oligopolio, aunque no hay de momento colusión (el tema de ponerse de acuerdo lo solucionan lanzándose grandes OPA's), en el que unas pocas empresas de gran poder compiten por cuotas de mercado ingentes, intentando reducir lo más posible el precio a la vez que maximizan los beneficios (lo cual perjudica al carbón en el mix energético, porque dada su relevancia para los costes indirectos del mercado de emisiones, se convierte en muy caro en comparación con las energías limpias o la energía nuclear). Esto del mercado libre se supone que beneficia a los usuarios de la electricidad (y no conozco a persona física o jurídica española que no lo sea), que pueden acceder a unas mejores tarifas por existir competencia en el mercado. También es verdad que con la última normativa al respecto de la tarifa social (o de último recurso) y por otro lado del mercado libre, o con permitirse que facturen por estimación períodos determinados, esto es un "sin dios", claro que esto ya es otro tema.  Si nacionalizan las eléctricas o simplemente los hornos de las centrales térmicas (termogeneradoras), dando un precio público -imagino que es la intención- a la tarifa de la luz, y obligándolas a consumir carbón autóctono, el desfase entre costes del sistema y beneficios (inevitablemente negativos) iba a repercutirse directamente en los bolsillos de todos y cada uno de los contribuyentes, y por mucho que nos duela a los oriundos de cuencas mineras, la mayoría de los españoles de a pie pueden no estar dispuestos a arrimar el hombro por un sector que no es rentable (y menos si a ellos les ha afectado alguno de los centenares de ERE's y despidos que sin más miramientos se están dando en estos días). Además pocas empresas conozco que sean menos eficientes que las gestionadas por el Estado, y con el déficit que tiene hoy España, y Bruselas dándonos toques para no acabar como Grecia o Irlanda, no se entendería por nadie en su sano juicio la decisión de engrosar ese déficit con el peso de un sector productivo con resultados negativos y paralizada la producción e ingresos (en tanto en cuanto el propio Estado no inyectara dinero). Que se propongan soluciones, y urgentemente, pero no locuras o salidas que empeoren a nivel sectorial, o lo que es peor global, el estado del asunto, que esto de la nacionalización suena más bien a bravata bolchevique de cuatro sindicalistas con añoro de los planes quinquenales de la URSS (modelo de eficiencia y efectividad económica allá donde los haya, guiño, guiño). De nacionalizar la minería ya ni hablamos, a HUNOSA me remito.

Tenemos un futuro muy negro en las cuencas, pero más luz le daríamos si el dinero se destinase a inversiones que realmente vayan a generar empleo, y han de ser tan bien orientadas que el día de mañana si nos obligasen a cerrar nuestras minas pudiéramos decir, que nadie se preocupe, la comarca tiene puestos de trabajo e ideas para absorber todo este desempleo coyuntural. Mucho me temo que no va a ser así (nos gastamos más de 700.000 euros en una guardería, cuando si esto va a pique no va a haber niños que escolarizar, y no los destinamos a proyectos de industrialización o fomento de la inversión productiva en la zona). Yo le debo al carbón mucho, incluso los fondos MINER colaboraron en mi educación, pero he tenido que ser otro que, como tantos con estudios superiores no encuentra acomodo en la zona (en la que no hay empleo visible para titulados) y me he tenido que ir fuera a buscar empleo, y como yo, conozco a cientos. Se quedan precisamente los que peor lo tendrán para obtener empleo si esto cierra, han centrado su vida en la maestría de un oficio y es lo que saben hacer, sin necesidad de mayores titulaciones, ni estudios, ni experiencias por aquí y por allá. Y por y para ellos, que son los que siguen tirando de la economía de la zona, es por los que deberían hacer los gestores de dinero público y de las ayudas europeas, que ellos se han ganado a pulso y en la calle, un esfuerzo de responsabilidad y de ideas, para darle una salida a su futuro, que es ya el pasado de alguno de nosotros, pero no queremos que pase a ser también el de ellos.

No al fin de las cuencas mineras.

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