Todas las armas las carga el diablo. Algunas, además las maneja un loco, y ese es mal coctail. |
Ha pasado esta semana en Olot, un tipo que llevaba toda la vida trabajando de albañil para la misma empresa, se entera de que va a ser despedido. Por lo visto, intenta cobrar el cheque indemnizatorio y no se lo pueden pagar porque el talón se ha girado contra una cuenta sin fondos. Además mantiene en la CAM de la localidad una deuda de más de 5.000 € por una tarjeta de crédito que le habían concedido. Hasta aquí una historia que, por desgracia, últimamente -o más bien, desde hace un tiempo- es de lo más común a lo largo y ancho de toda la geografía nacional. El problema ha venido con la reacción del personaje, ante el panorama que se le venía encima.
Al tipo, según leo hoy en el ABC, en Olot sus conocidos le llamaban "Rambo", por su costumbre de ir ataviado con ropa militar, y por su gran afición a las armas de fuego. El tipo prefiere que lo tilden de "Sheriff del condado", y cuentan los cotillas oficiales del lugar que a veces se paseaba por los carrers de Olot con arma al cinto y placa de pega, supongo que de esas que regalaban con los cereales años ha, o de las que venían entre los accesorios de rigor en los kits de juguetes de policía de venta en rastrillos y estancos con solera. En resumen, el tipo era lo que de toda la vida de Dios venimos llamando un gilipollas, y que de un tiempo a esta parte, lo que vienen denominando un friki. En todos los sitios se cuecen habas, y en todos los pueblos hay algún sujeto de este calado, que se viste por las mañanas por lo militar, que le gusta pasear armas más allá de lo estrictamente necesario para la atención de hobbies o aficiones, como la caza o el tiro al plato, y que se ha tragado más películas del oeste y bélicas que telediarios. Todo el mundo suele reír la situación, por lo cómica, pero viendo lo que sucede con uno de estos sujetos sumido en una situación de estrés, cabría plantearse su internamiento de oficio en instituciones psiquiátricas, y hacer lo propio con quien les concedió el placet para una licencia de armas.
El caso es que el tipo, una vez enterado de su despido, y tras intentar cobrar infructuosamente la indemnización correspondiente, ahogado en problemas económicos -supongo que no más que un alto porcentaje de la población que ha venido engrosando recientemente las colas del paro- se le cruzan la fase y el neutro, y acude cortocircuitado y escopeta en ristre a un bar del pueblo, donde desayunan tranquilamente un padre y un hijo, los dueños de la constructora para la que trabaja, ajenos a lo que se les viene encima, que son las postas de unos cuantos cartuchos de escopeta. No conforme con haber dado el pasaporte a sus jefes, mientras las fuerzas de seguridad -ya avisadas del hecho- acordonan la localidad para que el zumbado este no pueda poner pies en polvorosa, el tipo pone rumbo al centro de la ciudad, entra en una sucursal de la CAM, y le descerraja sendos tiros al subdirector y a una empleada, acabando con sus vidas.
El móvil para matar a su jefe, no se comparte pero podría llegar a comprenderse, al hijo lo mató, según dice, porque se lo encontró, ahora que el que le haya movido a acabar con los dos empleados de la entidad bancaria, que no son menos obreros que él por trabajar con la cabeza en vez de con las manos... no acabo de comprenderlo, te gastas alegremente cinco mil quinientos Euros de una tarjeta que te han concedido, y luego, cuando vienen mal dadas y no vas a poder atender la cuota mensual de 180 € para devolver la deuda, decides acabar con la vida de los empleados... incomprensible. Ni matar a sus jefes, ni a dos empleados de una entidad bancaria iba a solucionar sus problemas económicos, ni mucho menos, lo único que consigue es terminar de hundir su vida, si es que a pasear su gilipollez por las tabernasv locales se le puede llamar vida.
La locura del ladrillo ya ha degenerado en las "locuras" de los que ponían los ladrillos. Esperemos que escenas como ésta no se generalicen, pero me temo que tendré la ocasión de comentar más, siempre y cuando no me toque de actor secundario en ellas. Toco madera. Y he puesto locuras entre comillas porque espero, por bien del fin de prevención general de la pena, que el tipo no se vaya de rositas alegando trastorno mental, que ya habla de delirios, porque culpabilidad parece tener, prima facie, a tenor de sus declaraciones a la Policía, comprendiendo la maldad del hecho y habiendo actuado a sabiendas de lo que hacía.
1 comentarios:
A cuadros me quedo, resulta que ni problemas económicos, ni nada por el estilo, el sujeto este tenía 30.000 € a plazo fijo en el BBVA y una cuenta con familiares con saldo acreedor de 4.000 €, según leo en EL PAÍS ( http://www.elpais.com/articulo/cataluna/falsos/apuros/pistolero/Olot/elpepiespcat/20110108elpcat_8/Tes )
Menudo hijo de la gran puta (sic).
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