lunes, 6 de diciembre de 2010

Los controladores que querían controlarnos

Resulta curioso que en un ambiente de crisis económica generalizada, de congelación de salarios y pensiones, e incluso su disminución para empleados públicos, en unos tiempos en los que las palabras Expediente de Regulación de Empleo, que deben ser algo excepcional en un mercado laboral que funcione correctamente, están en boca de todo el mundo, y robando el sueño a no pocos; resulta que unos señores con sueldos desorbitados, condiciones laborales que ya nos gustarían al resto de los mortales, en el marco de la negociación de su Convenio Colectivo que lleva más de un año vencido, se les ocurre dar un puñetazo encima de la mesa, y plantar cara al Gobierno que pretendía imponer unilateralmente sus horarios -que ya nos podemos imaginar cómo serían-. La cosa es que, ni cortos ni perezosos, han cometido la irresponsabilidad de no acudir a sus puestos de trabajo, colapsando el país en el puente más largo del año. 

Es vergonzoso que para su provecho y chantajear al Gobierno hayan jugado con la vida y tiempo de miles de personas, dejando por los suelos la reputación de este país, y llegando a forzar la declaración del estado de alarma (una de las medidas más extremas que se pueden adoptar dentro de la legalidad democrática para solventar una situación de emergencia, al lado de los estados de excepción y sitio). Se ha colocado un Coronel de la rama del aire de las FF. AA. al frente de cada aeropuerto, en virtud del control militar a que faculta en el estado de alarma la Ley Orgánica 4/1981, y se ha hecho acudir a los rebeldes controladores bajo la amenaza de la aplicación del Código Penal Militar (cuyas penas no son moco de pavo, ni tan irrisorias como las de su primo el Código Penal de 1995). 

Mecanismos de protesta en el marco de la negociación laboral hay muchos, siendo el máximo reconocido el de la huelga por una parte y el cierre patronal por la otra. El caso es que nuestra Constitución de 1978 consagra el derecho de huelga de los trabajadores en su art. 28, pero su regulación es preconstitucional, siguiendo regulada por el Real Decreto Ley 17/1977, y ello pese a que por afectar derechos fundamentales debería regularse por Ley Orgánica. Lo que han hecho los controladores es una salvaje e injustificada huelga encubierta, ilegal a tenor de la regulación vigente,  por no seguir el cauce legal establecido para su convocatoria y ejecución y por vulnerar de manera flagrante el establecimiento de unos servicios mínimos, a lo que obliga la normativa citada. Me pregunto yo, desde mi modestia, si no irá siendo ya hora de regular en esa nueva Ley Orgánica el derecho de huelga, y prever de paso una actuación en caso de huelgas encubiertas como la que nos ocupa, sin tener que acudir al extremo del estado de alarma, previendo sanciones para los trabajadores que no se avengan a la legislación vigente o se extralimiten en el ejercicio de su derecho a la huelga, sin perjuicio de las responsabilidades penales, civiles y administrativas que correspondan. 

Importante es que después de esta machada no se vayan de rositas, porque de ser así, tomarán este método asilvestrado como el habitual para presionar en la negociación laboral, y lo que es peor, mal ejemplo se dará a otros colectivos que, llegado el caso, pueden decidir acudir a estas malas formas, que, a mi modo de ver, por mucho que te asista la razón, una vez que acudes a ellas, la pierdes, además de perder todo el apoyo social y político que pudiera existir con anterioridad (no me voy a meter en camisas de once varas, porque rumores son rumores, pero en este último punto los dos grandes Partidos siguen lanzándose acusaciones, por supuesto sin prueba alguna, ya veremos qué nos cuenta Zapatero cuando comparezca tras los leones del Congreso y rodeado de las hienas que ocupan los escaños). Bien está que se hayan abierto más de cuatrocientos expedientes disciplinarios, que en cualquier empleo mundano acabarían en despido -me viene a la mente la metáfora del ángel caído, de la torre de control, en este caso-, pero pese a ser ello de justicia, a ver luego quién va a hacer despegar y aterrizar a nuestros aviones, porque yo soy muy ducho en hacerlo con los de papel, pero con unos centenares de pasajeros a bordo, como que no acabo de verlo. Supongo que lo arreglarán con suspensiones de empleo y sueldo "por turnos", para no dejar desatendidos nuestros cielos -sin perjuicio de los arcángeles, ángeles y santos- y hacer de la solución otro problema. Eso sí, en el orden penal, que todos los que desobedecieran, sean juzgados y condenados, que un poco de autoridad no le viene mal a este país de la piruleta y la pandereta, y sírvase así al fin de prevención general de la pena. Y en lo tocante a las indemnizaciones por daños y perjuicios, si por mi fuera o fuese, les condenaba por responsabilidad civil y les iba detrayendo de los bienes presentes lo que se pudiera, y de los futuros (jugosas nóminas) hasta el límite a que autoriza la Ley de Enjuiciamiento Civil, para cubrir las indemnizaciones reparatorias. Pero a ver quién tiene gónadas a ponerle el cascabel al gato. Aviso para navegantes y bregadores de las ya inmensas colas del paro, estudien para controlador aéreo, que seguro que os conformáis con semejantes condiciones de trabajo, y sería de recibo que pronto quedaran unas cuantas vacantes a vuestra disposición, y ya quisiera ver a uno de estos 'ángeles caídos' en un trabajo de mortales, donde el que se queja como lo hacen ellos, no sale en la foto a fin de mes. 


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