lunes, 13 de diciembre de 2010

Mono

Se me ha acabado el paquete de tabaco, acudo raudo y veloz a la bolsa alargada que contiene mi cartón de Camel de abastecimiento logístico, meto la mano y no localizo el prisma buscado, estrujo la bolsa con rabia contenida, nada, ahí dentro no quedan ni los restos.
Tras un par de fines de semana y un puente de consumo desmesurado de tabaco, me dije, como tantas otras veces: "cuando acabe el cartón, me compro unos parches, o chicles de esos que parece que has lamido un cenicero lleno, y lo dejo", pero como acustumbro a hacer conmigo y con los demás -sabrán perdonarme-, oigo pero no escucho. Sé que dentro de un rato me cambiaré de ropa y saldré a la calle de propio intento para comprarme un paquete, que a estas horas ya va  a ser de máquina, 4,10 €, toma hostia majo, ha vuelto Paco con las rebajas (léase subida abusiva de impuestos). Paco es el asesor de turno, de los que abundan en la Moncloa, para asuntos tales como sacudirme el escroto y bailarme las pelotas hasta causarme una profunda, pero sana, molestia.
Sé que me conviene dejar de fumar, ya estuve tres años en el dique seco, sin tocar un cigarro por culpa de una fea bronquitis, que de vez en cuando colea. Podía ser este un buen momento, en que estoy más o menos tranquilo, personal y profesionalmente. Pero no, es que ahora la abanderada es Leire Pajín, y odio a Leire Pajín, no de la manera del irrespetuoso Alcalde de Valladolid, el Sr. -¿he dicho señor?, es la costumbre, lo retiro- de la Riva (lo de León no se lo otorgo, sería un insulto a mi tierra), yo nunca me la imaginaría en ninguna situación mínimamente lasciva, y menos como Antonio Burgos, que la hacía en pornografía directamente, así a bocajarro, sin medias risas picaronas como las del regidor pucelano. Pero es que me sale de dentro, no lo puedo evitar. Méritos para ser blanco de mis desprecios, dejando siempre al margen su aspecto físico,  la musicalidad de su voz, y sus atuendos tribales, no me entra en la cabeza que alguien cuyo único mérito académico sea haberse licenciado en sociología allá por los cálidos Alicantes, en el verano del 98, al margen de cargos y carguchos que haya ostentado en la Universidad por pertenecer a la casta de los intocables, la casta política (y en el hinduismo esa de los intocables es la casta de los parias o dalists, como es de justicia en gente de mayor y menos interesado criterio que los pobladores de claustros universitarios), me veo con mucho mejor expediente y títulos académicos que ella, pero hete aquí que yo no soy hijo de políticos, no soy un trepa, me quedan -pocos, aunque suficientes para la diferenciación- escrúpulos, ergo, yo no soy Ministro de Sanidad, y por vergüenza a meterme a templador de gaitas siendo, como todos sabéis que soy, pianista de cámara -porque me dirán qué tiene que ver la sociología con la medicina, y no me valen disquisiciones doctrinales interdepartamentales de universidad a la boloñesa-, jamás se me ocurriría aceptar tal honor. El prisma que buscaba en la bolsa del cartón de tabaco tiene un volumen, que es su base por su altura, Leire, alma cándida, ni base académica, ni altura política, calcúlenme, por favor, el volumen de importancia que debería de tener, pues, en mi vida. Pues aunque el producto de la nada sea la nada, la señorita se las ha ingeniado para meterse hasta en mis más arraigadas costumbres, díganme si no ha adquirido un volumen de importancia relevante en mi vida, debe ser física cuántica, porque no lo entiendo. No se empiecen a pajear los amiguetes afines al PP que me siguen -y soportan- que si a alguien en activo del panorama político odio más que a Leire Pajín, es a Soraya Sáenz de ¡Santamaría!, "que Pinta pija tiene La Niña" parafraseando un viejo chiste colombino. Prometo vomitarle unas líneas, palabra. 
Que la señora Pajín sea la abanderada de prohibir que fumemos, allá sea en el interior de una bombona de butano, en una atmósfera ATEX, o en el bar de la esquina, me parece razón más que suficiente para mantener el hábito. Porque si ella quiere pulmones limpios, lo que aquí se encontrará son unos cojones roncantes -y seguramente achatados por los polos, que paso mucho tiempo sentado-, y si le preocupa que no respiren, sóplemelos, please, que es maniobra básica de una RCP -sustitúyase cardio-pulmonar por de cojón partío-. Tanto 'prohibido prohibir' en el 68, y ahora prohíben de todo menos lo que nos sería más saludable mentalmente hablando, que gente como ellos haga el conato de pensar, y encima piense que piensan por nosotros, valga la rebuznancia. Yo tengo mono de tabaco, pero está claro que los políticos que nos ha tocado sufrir tienen una relación mucho más directa con el mono, si me preguntaran por el eslabón perdido, Darwin mediante, diría que son ellos.

Me voy a por tabaco.

2 comentarios:

Sólo Adán dijo...

Debiera existir una consigna "Prohibido Prohibir" xD!
Oye en tu perfil hablabas de que te definías como un hombre "hueco de vocación". Acá en Chile entendemos por otro significado la palabra "hueco" :S!

Saludos, después de tantos años sin pasar por estos lares.

PD: El tabaco hace mal de todas maneras.

Erayo Peroyano dijo...

Acabo de consultar esa acepción nacional chilena de la palabra "hueco", y, evidentemente, no tenía ni idea. Era un guiño a un conocido poema de T. S. Elliot, "Los Hombres Huecos". Ya decía yo que tenía muchas visitas de mozos chilenos, ;-).

Bienvenido después de estos años de sequía.

Un saludo.

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